En 1987 el Padre “Paco” se radicó en Argentina proveniente desde Málaga mientras cursaba el seminario para convertirse en sacerdote.
“Al poco tiempo de llegar empecé a trabajar en la pastoral de Villas en la Matanza”, dijo en diálogo con 6 grados de separación. El Padre Carlos Mujica era uno de sus máximos referentes. “Tuve la suerte de conocer a esos curas que trabajaron con él, que eran muy jóvenes cuando lo asesinaron. Desde ese momento comenzó a ser parte de mi vida y de mi ser latinoamericano”.
Sobre Mujica, dijo “me llamaba la atención su compromiso político, su opción por el peronismo” y agregó seguido “siempre me atrajo América Latina y la posibilidad no sólo de trabajar sino compartir mi vida con los más oprimidos por un sistema”.
Luego comentó cómo fue el nacimiento de su vocación: “me sentía un jovencito católico, creyente y cristinano, pero era de clase media; ni bueno, ni malo. Un cura nos llevó a las Villas de España y eso me hizo un clic. Creo en un Cristo pobre y de los pobres. Por esas cosas de la vida había crecido con la Misa Campesina Nicaragüense. Me animé a dar el paso entendiendo que era una buena forma de estar junto a los pobres y aportar un granito de arena para construir un mundo más humano para todos”.
Olveira reflexiona “nos acostumbramos tener un 40 por ciento de pobres en un país tan rico como Argentina, a ver gente tirada en la calle, en el Aeroparque. Cuando Jesús nos dijo ‘siempre van a tener pobres entre ustedes’ no era para que nos sintiéramos vacíos, sino todo lo contrario, para que trabajáramos en cambiar esta realidad. El sufrimiento me duele y no podemos acostumbrarnos, si nos acostumbramos ya dejamos de ser humanos”.