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“EN LAS CÁRCELES SOBRAN LAS IDEAS PARA HACER TEATRO”
NARRACIONES EXTRAORDINARIAS

“EN LAS CÁRCELES SOBRAN LAS IDEAS PARA HACER TEATRO”

Por Leopoldo Coda / 18 de August, 2021
Así lo expresó la actriz Carolina Iannuzzi, autora del libro Crónicas Tumberas, y docenta en los penales de San Martín, Ezeiza y Devoto.



La actriz y docenta de teatro comunitario Carolina Iannuzzi contó su experiencia en diferentes unidades penitenciarias que permitió volcar en su libro "Crónicas tumberas", que lleva el prólogo de Raúl Eugenio Zaffaroni. En declaraciones a Radio Provincia, señaló que tras realizar dos ediciones, decidió liberarlo para que el material que reúne diferentes crónicas basadas en hechos reales pueda leerse de manera gratuita por internet. De todos modos, aclaró que es bueno recibir colaboraciones de aquellas personas que se interesan por el trabajo.

La artista dijo que la posibilidad de contar con el aporte de Zaffaroni “me permitió llegar a otros sectores que no están en mi órbita” porque la intención es que la sociedad sepa los avatares que sufren las personas privadas de su libertad. “La cuestión judicial es muy lenta a no ser que tengas un apellido con olor a bosta”, resumió. Además, manifestó que “tenía muy en claro que quería que fuera un libro de lectura liviana porque es un tema demasiado oscuro y triste. No quería que la gente deje el libro por tratarse de un tema que angustia”.

En diálogo con Narraciones Extraordinarias, la dramaturga sostuvo que a la hora de hacer teatro en las cárceles “hacemos como juegos” porque “lo interesante es volver a jugar siendo adultos”. Se trata de una experiencia en la que “volvés a poner el cuerpo de una forma que, en la sociedad tratas de evitar para no hacer el ridículo, y acá habilitamos un espacio donde eso no importa”. Es que, según resaltó, “en la vida adulta vamos durmiendo lo lúdico naturalmente” pero “en la cárcel esto es muy liberador. El ánimo cambia en un minuto. Además, sobran las ideas para hacer teatro”.

Carolina recordó que comenzó a hacer prácticas de Teatro del Oprimido en el 2006, cuando junto a compañeros se encontró con varios grupos que trabajaban con hombres privados de la libertad de la Unidad 19 de Ezeiza. “Se trata de un régimen de pre-egreso, con menos encierro, y tenían permiso salir a hacer teatro. En ese momento el espacio nos lo prestaba la Iglesia de Santa Cruz, la mítica de las Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas”.

Tres años más tarde ingresó como voluntaria al penal de San Martín, en la unidad 46, que en ese momento era de mujeres exclusivamente. En 2011, les permitieron hacer talleres con hombres y la experiencia se extendió por varios años. Luego Carolina logró un contrato, que definió como “bastante simbólico”, pero le permitió seguir desarrollando los talleres en la cárcel de Devoto.