Tras la sentencia en el caso de Lucio Dupuy, Sara Canepa, abogada con especialidad y práctica profesional en derechos humanos, niñez, adolescencia y familia señaló que “estas barbaridades" debieran habilitar "la oportunidad para que las personas adultas, quienes integramos diferentes organizaciones y/o los organismos de los tres poderes del Gobierno y los medios de comunicación puedan reflexionar, sobre qué estamos haciendo, desde el mundo adulto, con niños, niñas y adolescentes”.
En Siete Colores, por FM 97 Une, la también presidenta de la Comisión del Registro de Abogadas y Abogados de Niños, Niñas y Adolescentes del colegio de Abogados de La Plata destacó la importancia de “dejar de lado los prejuicios y los estereotipos cuando uno analiza la situación concreta que vive cada niño o niña” para no tomar “decisiones equivocadas”.
Seguido aclaró que “pensar a la familia únicamente como un lugar de cuidado es un grave error, porque si bien debe serlo, porque el ser humano no crece solo, evidentemente el mundo adulto es carente a una tendencia natural a eso”.
“Son construcciones. El adultocentrismo, y los distintos tipos de modelos tiene que ver con cómo se ejerce el poder. E históricamente, en todas las civilizaciones los chicos siempre fueron víctima del mundo adulto, en términos generales. Siempre han sido utilizados como objeto de lo que sea. Y hay que trabajarlo. Pero, por poco, se naturaliza que el adulto corrija al niño como le dé la gana”, describió.
Cánepa agregó: “vivimos en una sociedad violenta y la violencia nos comprende a todos. La violencia está instalada y es parte de esta estructura pero en este contexto siempre la liga el más chico. Además el mundo privado del hogar puede ser fantástico o un infierno” y por ello es importante aplicar el principio de la escucha “con seriedad” porque sino “hay una voz que falta”.
En ese contexto, la docente coordinadora general del programa “Acción Niñez” de la APDH La Plata destacó la importancia de que “el profesional, (médico, maestro…) que toma contacto con la realidad de un niño sea responsable y se comporte en consecuencia".
Y advirtió que eso "a la persona adulta esto se le dificulta mucho porque su mundo está teñido de miedos y prejuicios. Y siempre está más preocupado por su vida y las consecuencias que pudiera tener”.
Finalmente, Cánepa concluyó, “Acá los mandatos están, cada uno sabe cómo se debe conducir. No necesitamos más leyes. Acá los problemas que tenemos son los circuitos de impunidad. Son los mecanismos por los cuales se ejercen las distintas responsabilidad que cada uno tiene.”
“Parecería que el proyecto, que tiene media sanción, es la solución. Pero no es así, porque el problema es que los adultos, profesionales o no, familia, comunidad y Estado no son respetuosos de la dignidad de una criatura. No se adentran en los conflictos” aseguró y recomendó “profundizar la idea de dignidad y subjetividad de la que hablan las sentencias de la Comisión Interamericana” porque “los distintos profesionales las estudian pero después no las saben aplicar”.