Su formador Gustavo Merbilhaa hizo un recorrido de la carrera de su discípulo en el Deportivo 1270.
“A Tomy me lo trajeron los padres para hacer una prueba a los siete años y desde el primer momento me di cuenta que tenía algo diferente. Empezamos a pelotear y ya pasaba 30 veces la pelota por arriba de la red que no es normal a esa edad. La prueba duró alrededor de 30´pero él quería seguir jugando y eso se trasladó todo el tiempo que estuvo conmigo. Siempre quería más y yo lo mandaba a la casa”.
“Hay una anécdota muy linda donde me dijo que quería entrenar hasta que no diera más. Entonces que íbamos a entrenar cuatro horas y media y abandoné yo y le dije que estaba completamente loco”.
“Tiene un físico privilegiado, muy espigado mide 1,96 m ahora. En cuanto a su resistencia el padre corría media maratón y con diez años entrenaba conmigo y luego se iba con el padre a correr algunos km y no se cansaba nunca. Reunía muchas características que lo hacían diferente, una mentalidad ganadora e individualista. Se ponía metas y cuando las alcanzaba las descartaba e iba por más”.
El significado de una mente individualista.
“El tenis es muy cruel ganás o perdés. Podés jugar bien pero el otro lo hace mejor y no es culpa tuya el resultado, en cambio en otros deportes el empate es lo más justo. El tenista desde corta edad está expuesto a angustia, ansiedad, toma de decisiones y eso es complicado hasta para un adulto y lo tienen que hacer. Para eso tienen psicólogos deportivos”.
“Desde el principio les saco esa idea de la victoria y la derrota y los llevo al concepto del día a día y que cada momento sean mejores y de ese modo bajar la ansiedad que si ganás estás bien y si perdés está mal. Cada vez que juegan les pregunto si lo han hecho bien de acuerdo a lo que entrenamos y nunca está en mi vocabulario el ganar o perder”.
El talento versus la mente
“Uno de los problemas de Tomy era su mente. Tenía todo desde lo tenístico y lo físico y lo traicionaba su cabeza y por eso perdió muchos partidos. También tenía mucha ansiedad y algunas veces le atacaba al estómago y terminaba vomitando en la cancha. Se lo llevó a un psicólogo y luego a un psiquiatra. No es tan sencillo él veía que tenía posibilidades y no las podía canalizar”.
“Tomy ahora lo que ha hecho es madurar. Le dije que iba a dar el salto 3 años después de lo previsto. Podría haber explotado a los 20 y lo está haciendo a los 23 años y todo por su cabeza. Ahora lo escucho maduro y agradecer a su abuelo que sostuvo su carrera en lo económico cuando entrenaba conmigo. Veo una persona tranquila y serena en la cancha, que no se enoja. Que acepta cuando pierde y no se va muy arriba cuando gana y sabe que no llegó a su techo todavía”.
Las emociones de un formador al ver triunfar a su alumno.
“Es como tu obra maestra y viéndolo expuesto ante el mundo y haciendo las cosas que uno le enseñó para llegar a este momento. De hecho su perro se llama Roland Garros. Mi hijo lo está acompañando porque somos familia. Los dos jugaban juntos y tienen la misma edad”.
“No ha perdido un solo set y eso no se da en un jugador latinoamericano no preclasificado en toda la era abierta que comienza en el año 1968. Quizá son datos que no importan pero que representan lo que es Tomy”.
Etcheverry jugará los cuartos de final frente al alemán Alexander Zverev preclasificado N°22.
“Pienso que tiene grandes chances de ganar porque le puede competir de igual a igual a cualquiera. Para mí el partido clave de Tomy fue frente a Novak Djokovic 7-6 (5) y 6-2 en el Masters 1000 de Roma donde perdió pero estuvo a punto de ganar el primer set. Me llamó y me dijo que estaba en una situación ambigua pero que sentía que le había jugado de igual a igual. Eso hizo que los próximos partidos saliera a ganar más allá del ranking de cada uno porque sintió que ya lo había hecho muy bien frente al N°1 y mejor que eso no hay”.