El musical escrito por Pepe Cibrián prepara su despedida de la escena nacional tras décadas de rotundo éxito en el Luna Park para fines de agosto y principios de septiembre. Se trata de una obra que marcó un antes y un después en el género.
En diálogo con Mesita Afuera, Juan Rodó expresó “la verdad que es un privilegio seguir siendo aquel Drácula que enamoró y conquistó al teatro argentino, y para todos los musicales que a partir de ella pudieron tener un lugar posible gracias a la apertura que hizo la obra en aquel año”.
Seguidamente relató “la obra la tengo muy pegada, creo que si tuviera que hacer otro musical el gran trabajo sería despegarme de Drácula que se te queda pegado hasta en los gestos, los movimientos y la voz. Aún así, no deja de ser un desafío cada noche porque es una obra realmente muy exigente con una partitura muy demandante para el cantante, casi rozando lo que sería una ópera”.
En ese sentido, explicó “como me requiere tanta vocalidad y exigencia tengo que hacer un entrenamiento intenso para poder estar a la altura del reto” a lo que se suma “la mentalización y el trabajo interno para entrar en esta historia y este mundo que es tan distinto a algo naturalista. Y este personaje que a pesar de que tiene varios puntos románticos que ha creado Sibirán, no deja de un monstruo que tiene su parte maligna, y hay que estar en esa sintonía”, concluyó.