Al respecto, Laurentino Blanco explicó que “Raúl Garabaglia (director) lo que hizo fue juntar a estos dos personajes, al Che en sus últimas horas de vida que está encerrado en la escuelita de La Higuera donde fue fusilado y aparece este mito para robarse el alma porque él sabe que después de muerto Ernesto Guevara va a cobrar mucha fama” y como el mito está siendo olvidado en el pueblo “quiere quedarse con esa fama”.
En ese marco, el actor afirmó que “nosotros siempre aclaramos que no es una obra panfletaria ni política (…) todo lo que se cuenta es anecdótico. Se muestra a un Che vulnerable, que está peleando con todos sus fantasmas internos”.
Consultado sobre la reacción del público reveló: “La gente sale llorando porque realmente les toca una fibra muy íntima e interna; podemos ver a ese Che sufriente en sus últimas horas que podría ser cualquier otro ser humano” en esa situación “que está encerrado, que tuvo ciertos ideales que por ahí no salieron cómo él pensaba y tiene a todo el mundo en contra” y por lo tanto “las personas se sienten muy identificadas”.
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