Ariel Borenstein, periodista e investigador, autor de "Los Muchachos Futbolistas" conversó con Sergio Wischñevsky por Historia Nocturna.
Borenstein explicó que su investigación surge a través de una inquietud que cruza un periodo de la historia del futbol con la política. "Me parecía que el tema no había sido desarrollado del todo", dijo en diálogo con Radio Provincia.
Desde allí, se preguntó "por qué en el primer peronismo, en el pico de popularidad del movimiento, en el momento de los derechos laborales, hubo tanto cortocircuito con el futbol que básicamente tuvo manifestaciones de tipo sindical, con una huelga que duró casi seis meses y que luego tuvo sus consecuencias deportivas con Argentina sin ir a los mundiales de Brasil 50 y Suiza 54", detalló.
En ese marco, relató que a pesar de la popularidad del fútbol y el peronismo, y su raigambre popular con ejemplos como "la marcha peronista", la cual "tuvo un surgimiento parecido en los carnavales, de un club de barrio, de la marcha de los gráficos a la marcha peronista", es decir, “esta cosa obrera y popular, donde las masas tienen su propia sensibilidad, su propia cultura, la vuelcan en los fenómenos que protagonizan”, y sin embargo, no fueran capaces de encontrar un punto de encuentro para las demandas de entonces.
Entonces, "Los muchachos futbolistas" de Ariel Borenstein se pregunta por cuestiones que a su parecer, "hay que entender" y es que si bien ese punto de vista está integrado a la cultura popular, “hay una falsa creencia de que a Perón no le gustaba el futbol o no lo entendió”, aunque no fue así. Borenstein explicó que “lo que existió fue que, al calor de la lucha por la profesionalización" lo que hubo fue "una lucha que tiene que ver con el resto del deporte en Argentina, fue la lucha contra el elitismo, porque el amateurismo, era de los oligarcas . Y efectivamente la lucha por la profesionalización lo cruzó todo".
A partir de esto es posible observar que "cuando los jugadores arman Futbolistas Argentinos Agremiados estaban en la misma sintonía del proceso de sindicalización que el peronismo impulsaba, lo que pasa es que al mismo tiempo el peronismo impulsaba una suerte de conciliación de los distintos sectores de la sociedad que en el futbol no se daba porque los dirigentes no naturalizaban la profesionalización siendo reacios a las demandas de los jugadores, y los jugadores tenían muy en claro que eran trabajadores".
La realidad es que en el conflicto entre dirigentes y jugadores, "el peronismo medió, y cuando los jugadores, después de cuatro largos años de haber puesto en pie en su sindicato, luchaban para que se los reconozca, el gobierno vía el presidente de la AFA, Oscar Nicolini toma partido por los dirigentes. A tal punto que desde la secretaria de Trabajo y Previsión les dicen que no los iban a atender mientras estuvieran en huelga".
En ese contexto, Borenstein explica en su libro que "los jugadores ganaron con la mayoría de sus reclamos, la legalización del sindicato pero no logran que se derogue la cláusula de tope salarial", puesto que paralelamente, "se crea en Colombia una liga profesional pirata por fuera de la FIFA por lo cual podían llevarse jugadores sin pagarse el pase". Fue así que "entre las dos situaciones, el tope salarial, los seis meses de huelga y la fortuna que ofrecía Colombia se dio una sangría que hizo que Argentina, ganador de cuatro de los cinco sudamericanos, por arriba de Brasil, llega al mundial debilitado y automarginándose".
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