interpretación un poco disparatada- prenden una pequeña alarma sobre cuánto se entenderá de lo que él quiso decir. Por otro lado, hay excelentes lectores que hacen razonamientos muy agudos. Pero hay una dicotomía entre la obra abierta de Umberto Eco, y la otra opción de apegarse más al texto, yo prefiero la idea de Obra Entornada. Pretendo que el acto de la lectura tenga en cuenta lo que quiso decir el escritor.
Hice más de cincuenta reseñas a lo largo de mi vida, pero siempre pedía criticar a autores extranjeros. No me interesa para nada la crítica que rehúye de la cuestión de asignar valor o jerarquías a las obras. Me interesa que puedan ubicar cuáles libros se destacan, tienen originalidad, y valen la pena leerse. El crítico tiene que ser un juez muy imparcial, porque va a dar una sentencia. Entonces no puede estar en el sistema literario en el que publica sus propias obras. No puede ser juez y parte y competir con aquellos a quienes critica.
En las corrientes contemporáneas se escribe más guiado por la memoria y por la autoconfesión. Ya no se ven tanto las novelas que tienen una estructura en donde la intriga y el suspenso sean algo importante.
Al leer uno sabe que no está viendo exactamente toda la verdad, pero sí aparecerá una versión compatible con todos los hechos que deslumbrará con la solución final, como un acto de ilusionismo. Esa es una estructura lógica, matemática que yo no hago.
Hay muchos ejemplos de escritores que nadie leía pero todos los del círculo literario de su país lo mencionaban con admiración, pero cuando tuvieron éxito pasaron a ser parias. Le pasó a Javier Cernas en España. Para cierto público, parte de su envanecimiento es leer a alguien que nadie lee, pero cuando es accesible a todo público, para ellos pierde valor. Y van en busca del próximo ignoto.
En Argentina pasó eso con Osvaldo Lamborghini, que era leído en hojas mimeografiadas, apenas legibles y el orgullo estaba en ser poseedor de ese material. Luego apareció en ediciones normales a precios accesibles y ya nadie más habló de él. Son actitudes snobs.
A diferencia de la ciencia que tiene criterios de valoración demostrables, los valores en la literatura se asignan por opiniones más o menos calificadas. La consagración de un escritordepende de variables subjetivas. AL contrario que en el tenis, que te guste Djokovic o te resulte antipático, el tipo gana los torneos y nadie duda de que es el más grande de la historia. No depende de lo que opine la tribuna.
Cualquiera que haya leído lo suficiente, en algún momento llega a la conclusión de que un libro agota sus municiones muy rápido. En seguida te das cuenta si vale la pena seguir leyendo. Héctor Libertella, autor de Bahía Blanca, dice que para ponderar un novelón, vas a encontrar el formulario en que se enhebra la anécdota enseguida. Desde el principio de una obra uno puede darse cuenta de la calidad de la maquinaria narrativa que está en marcha.
El próximo trabajo de Guillermo Martínez se llama "Once tesis (y antítesis) sobre la escritura de ficción" y saldrá a la venta en enero o febrero del próximo año.
Antes de finalizar la entrevista el escritor argentino nos deseó suerte para las próximas elecciones presidenciales. “Todos la necesitamos” bromeó.
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