La socióloga y coordinadora del Laboratorio de Estudios sobre democracia y autoritarismos de la Universidad de San Martín, Micaela Cuesta conversó con Sergio Wischñevsky por Historia Nocturna.
La destacada intelectual dio a conocer las reflexiones alcanzadas en torno al libro "Discursos de odio, una alarma para la vida democrática" de la colección Futuro Anfibio de la UNSAM.
Cuesta resaltó que "los discursos de odio no son un fenómeno estrictamente nuevo, ya que la Convención Americana de Derechos Humanos, en el año 1966-1969 pone un límite a expresiones de odio racial o religiosas pensando que no se repitan las condiciones de posibilidad del Holocausto", por ejemplo.
Sin embargo, reconoció que "existe cierta novedad" en su análisis "probablemente asociados a las redes sociales y al mundo digital".
En ese marco, detalló que a partir de "una serie de recomendaciones de la ONU del 2012 se pone una alarma en la extensión de estos discursos de odio, estudiándolos, regulándolos, estableciendo criterios de qué son o que no son". A partir de esa extensión del mundo digital, "empieza a ponerse más atención a lo que le hace el mundo digital a la conversación pública y sobretodo a las democracias".
Por otro lado, Cuestas relacionó a los discursos de odio como "aquellos que históricamente cargan con marcas de discriminación, con prejuicios negativos, con sesgos. Son aquellos grupos históricamente vulnerabilizados, colectivos de género, colectivos raciales, colectivos étnicos, disidencias sexuales".
Luego, para el caso argentino la entrevistada infirió que hay una cierta novedad. Son objeto reiterado de discursos de odio, "los políticos y dentro de la política, las mujeres, con cierta voz pública, cierta militancia". Según sus registros, "las mujeres tienen cuatro veces más posibilidad de ser objeto de discurso de odio que los varones. Y si "esas mujeres tienen afiliación o actividad política identificable, su nivel de exposición, aumenta", puntualizó.