En diálogo con Gambeta de Dama Pujol contó que las cartas comenzaron a ser escritas desde el momento en que decidió ser mamá.
“Empecé a ensayar una serie de anotaciones para contarle a mi futuro hijo o hija cómo era nuestra vida y nuestro mundo que es un mundo de fútbol, el deporte que más nos gusta, que nos apasiona y nos atraviesa”, dijo, al tiempo que agregó “en este año atravesamos distintas cuestiones, entre ellas ni más ni menos que la copa del mundo”.
Seguido aportó “el relato tiene al fútbol como excusa para hablar un poco de lo que le espera, lo que fue desearlo, compartir este primer año de vida, sobre la amistad, el amor, los deseos, las frustraciones, y las derrotas, con el fútbol como una excusa”.
El diario El País de España publicó los escritos que luego darían vida a Querido Gino. Además de la experiencia de Qatar 2022, Pujol cuenta cómo fue cubrir la Copa América Femenina mientras estaba embarazada de su bebé y los acontecimientos ligados a Boca Juniors.
“Cuando fuimos campeones en Qatar pensé en que ser campeón del mundo es un episodio muy particular en la vida de una persona, ¿cuantas veces te pasa? Te lo vas a acordar toda la vida. En el 86 yo tenía 4 años y recuerdo algunas escenas puntuales: mi papa frente al televisor con sus amigos, los gritos. Pensé entonces que le tenía que contar a mi hijo, que no sé si va a vovler a ser campeón mundial, que él ya lo fue, pero tenía dos meses. Ñe tengo que hablar de Messi, de Maradona, las injusticas, los valores, y se fue armando un deseo personal de dejarle algo a mi hijo de ese momento especial que comparitmos”.
Luego puntualizó “una de las escenas que le cuento a Gino es que cuando era chica me pasaba que no me gustaba jugar a las muñecas y lo sufrí mucho, porque nuestra generación si eras nena y no jugabas a la muñeca era un problema. A medida que fu creciendo reflexioné que el de las muñecas es un juego en soledad: vos llegabas a tu casa, tenías tu muñeca y jugabas sola, a lo sumo con una amiguita. En cambio, mi hermano llegaba del colegio, tiraba la mochila, se iba a la esquina a jugar a la pelota y no jugaba solo, jugaba en equipo. Hay además un disciplinamiento de los cuerpos, mientras que los juegos de varones son ágiles, con espacio, y ciertas libertades, el nuestro era en un cuarto encerrado, con poco movimiento. Además es un juego de poco pensar. En el juego de fútbol vos resolvés, levantás la mirada y decidís pasarla a uno o a otro, te enojas, festejas, pensas una táctica. Y todo eso, lo hacés con otro”, concluyó.