Tras largas conversaciones Schavelzon logró conocer sobre el oficio erróneo de Kurth Walheimer, un falsificador alemán, el cual llegó a desarrollarse durante más de 50 años en tierras argentinas.
Inserto en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Walheimer era un niño que huyó de la guerra y constituyó su vida en Argentina falsificando arte. "Él se escapa horrorizado de Alemania a los 15 años. La madre lo tenía escondido porque el ejército ya había enrollado a dos de sus hermanos por la fuerza muertos en el frente, y el padre también murió durante la Primera Guerra Mundial", explicó Schavelzon.
A su vez, relató que sin desearlo, "lo encuentran, le dan un arma y un casco y lo mandan sin comida al frente a defender Berlín en un pelotón de chicos. Entre los bombardeos de los ingleses y el ingreso de los rusos, consigue escaparse comiendo de la comida que los soldados muertos tienen entre sus mochilas. Se escondía durante el día y durante la noche, robaba entre los cadáveres hasta conseguir cruzar a Francia y llegar al Mediterráneo". Esa travesía lo lleva hasta "el puerto de Buenos Aires".
De familia ebanista, Kurth Walheimer, es decir que su expertice se vincula con una especialización laboral, "aprende a trabajar con un grupo de falsificadores, con gente que se dedicaba a alterar obras de arte, especialmente robadas en Europa y en tránsito a otros países", puntualizó el entrevistado.
Taller de Walheimer
En diálogo con Narraciones Extraordinarias, el arqueólogo e historiador, Schavelzon fue profesor titular de la UBA, investigador del Conicet y Consulta de la UNESCO. Autor de "Arqueología de un refugio nazi en la Argentina: Teyú Cuaré" publicado por Paidos, explicó que Walheimer "se convierte en un falsificador profesional, lo hace su forma de vida" que sin embargo "nunca lo vió como un hipernegocio; era un hombre que siempre quiso mantener un perfil bajo, tratando de pasar inadvertido".
Consultado sobre su investigación Schavelzon expresó que pudo entrevistarlo antes de morir. Era un hombre que "estaba enfermo con un principio de alzheimer, con pequeños momentos de pérdida de lucidez". Y si bien consideraba su relato constitutivo de la historia, por momentos "estás dudando" preguntándote "¿me estará diciendo la verdad o la estará tergiversando?", enfatizó el autor.
Puerta restaurada por Walheimer
Por último, destacó que "en el libro hay algunos ejemplos de cosas que falsificó, Walheimer no te daba nombres de autores, era difícil que largue información, de todos modos el libro no es un recuento de las obras que hizo sino la vida de una personalidad inusitada en el Buenos Aires del 1945 al 1980".