“Como ocurre siempre en estas circunstancias, sale lo mejor y lo peor de la gente. En todo sentido. Nos encontramos con mucha gente solidaria, se armó una página de la Municipalidad con gente que se ofrece para colaborar. También ha habido robos y saqueos en algunas partes. Vino un presidente, no sabemos bien para qué, si para lucir su traje militar. Algo tremendo. A su vez hay gente que lo apoya, cosa que genera consternación”, dice Ortíz acerca de los acontecimientos trágicos del pasado fin de semana cuando un temporal destrozó a la ciudad.
A su vez sostuvo que “el cambio climático, por más que este presidente lo quiera negar, es algo que los principales líderes políticos y hasta religiosos reconocen. No hay mucho más que hablar. El año pasado hubo temperaturas extremas, con calor de hasta 45 grados, y fríos que no son tan rigurosos como eran antes. Bahía Blanca está en una zona limítrofe, no es completamente Patagonia ni Pampa Húmeda. El punto donde está es una zona de transición, no es plenamente marítimo, pero tampoco plenamente pampeano. Esto se agudiza por el cambio climático”.
Consultado sobre la influencia del clima en la literatura bahiense, el revela que “al hablar del clima me viene a la mente el primer escritor emblemático de Bahía Blanca que es Eduardo Mallea, que en el inicio de “Historia de una pasión argentina”, él narra su infancia en esta ciudad y hablaba de los vientos, el arena y las dunas que se movían de un lado para el otro, con un clima desértico”.
Y cierra: “Hay otra Bahía Blanca que es la del estuario marítimo, que tiene otras cosas que no están en el imaginario bahiense, como cisnes de cuello color negro, delfines, especies exóticas, cangrejales. Eso también es Bahía Blanca, un estuario que cuando baja la marea es tan extraño y raro, imaginarse que es como el cauce de un río que se seca, pero su lecho de barro que está lleno de huecos por donde salen cangrejos. Es algo tan extraño y horrible, que de tan horrible es hermoso. Uno siente que está en otro planeta”.