En diálogo con Revolución Solar, Urlezaga comenzó destacando “Argentina es pródiga en bailarinas y bailarines, y aún así no tenemos un sindicato o una ley, no tenemos nada”. En ese sentido, agregó “no es una profesión incipiente, creo que porque la mayoría somos gente joven que a la hora de reunirse o debatir estamos ocupados bailando. Es una actividad en la que los bailarines se jubilan a los y se retiran”, y acotó “cuando se ingresa se piensa en bailar y nada más. Hay algo de adolescente a la hora de poder concretar necesidades que son básicas para un trabajador”.
Seguidamente, respecto a cómo asumió su retiro de los escenarios como bailarín, dijo “tuve una carrera distinta al común de los mortales, pero simbólicamente o de manera concreta me he retirado de los escenarios. La gente no lo comprende porque no es algo que los atraviese personalmente ni mucho menos colectivamente, pero el físico juega un rol preponderante a la hora de marcar la cancha. Te vas levantando todos los días con dolores nuevos, más profundos, y uno es como las hojas de los árboles que se caen de un día para el otro: eso le va pasando al cuerpo, somos fenómenos naturales. Aunque no te lesiones, la energía, la plasticidad, la fuerza es algo que perdemos. En el fondo somos atletas con otro tipo de entrenamiento: hablamos más de emociones pero lo hacemos a través del físico, porque le ponés el cuerpo a la profesión”.
Luego Urlezaga reflexionó sobre las nuevas narrativas en la danza. “Hay temáticas que hablan sobre el feminismo, el rol social de la mujer en el mundo, o lo que puede llegar a estar pasando. El ballet nació contando historias idílicas y donde fundamentalmente eran hechos concretos y actos de pura belleza. La belleza siempre conmueve, es algo que interpela hasta el ego del propio ser humano, porque te entra por otro lado, te descoloca desde otro lugar: uno no está todo el día pensando sintiéndose bello, desde el narcisismo”.
En la etapa siguiente desde la perspectiva histórica, “en el siglo 20 empezaron obras más psicoanalíticas, con más cuestionamiento social” y puso como ejemplo la obra Romeo y Julieta. “Ahí sí tenés un cuestionamiento social porque la mujer debe casarse con quien el padre considera que es la persona apropiada para ella. Hoy en día eso ya trasciende a una cuestión que los géneros son muchos más fluidos, ya no es ella y él”.
Poniendo el foco en la época contemporánea, expresó “el mundo se está reconfigurando. Está como partido al medio y nadie sabe qué es lo que viene. Hay una reconfiguración social muy grande que también en las artes escénicas se van a sentir”.