El muralista Martín Ernesto Ron dijo que lo que se propone con su trabajo es “que la gente tenga una pausa para ver algo y que se haga preguntas”.
Sus obras se pueden apreciar en lugares como plaza de Holmberg y Pedro Rivera, Villa Urquiza. En Scalabrini Ortiz y Soler, Palermo. En Luján y Pedriel, Barracas. En las estaciones del subte porteño de las líneas A, D y H. En Floresta, Villa Devoto, Caseros -el lugar donde nació- y Fuerte Apache. Pero también en Reino Unido, Bélgica, Malasia, Estados Unidos y hasta en las Islas Canarias.
En diálogo con “El Frasco” explicó que el muralismo “es una técnica que se va desarrollando, porque si a la pintura le sumamos la altura se torna complejo, hay que tener disciplina e inquietud. Para un muralista no hay nada mejor que una pared gigante, es como una exposición”.
En tanto, dijo que para plasmar su creación, “no hay mejor pared que esas que no dicen nada, que no tienen atractivo”. Seguido, indicó que “pinto murales desde hace unos 15 años en varias partes del mundo: Estados Unidos, Chile, Moscú, Malasia, Alemania, entre otros”.
Estos trabajos se logran a partir de la organización de “festivales de arte urbano” que buscan “constituir a las ciudades en museos a cielo abierto. En esos eventos artistas de todo el mundo van a esa ciudad y dejan su impronta”, como lo hizo él en reiteradas oportunidades.
Con estos murales, “los lugares se ponen más lindos y atrae el turismo, entonces ahora se capitaliza el trabajo” artístico. “El mural es una herramienta de visibilización que permite contribuir al ejercicio de la memoria, para que la gente se haga preguntas”, afirmó.
Consultado sobre el mural que hizo a Carlitos Tevez, reveló que “es una linda historia que empezó con el mundial de Sudáfrica, donde le metió dos goles a México. Yo estaba pintando murales y quería pintar medianeras, pero no tenía experiencia. Sabía que la municipalidad tenía grúas y un funcionario me propuso pintarlo a Carlitos en ese momento en que la Selección había pasado a cuartos de final”.
“Eso tuvo montón de repercusión, un día Carlitos me llamó y cuando tuvo la oportunidad de hacer su casa en San Isidro me llamó porque quería el Fuerte Apache en su gimnasio. Quería inspirarse en ese potrero para seguir dando lo mejor de él”, reveló.