En diálogo con La siesta es sagrada Lewin planteó que “transformar la educación es posible” y que en ese sentido “hay un montón de pasos que tenemos que trabajar al mismo tiempo; qué enseñamos y para qué, estamos enseñando y cómo”.
Seguido amplió “los chicos de hoy no tienen nada que ver a cuando yo iba al colegio: hoy tener a un docente parado delante del pizarrón transmitiendo contenido genera alumnos anestesiados. Tenemos que empezar a cambiar el cómo se enseña en las aulas y pasar de ese docente que transmite contenidos a un facilitador que ayuda a aprender”.
Desde esa concepción, “hay que entender a quién le estamos enseñando. Los docentes que enseñan como ellos aprendieron, están enseñando desde un mundo que ya no existe. Estas cabecitas de los chicos de hoy no están preparadas como las nuestras para tal vez estar sentados escuchando y prestando atención sin demasiadas interrupciones”.
“Ayudar a aprender significa que tengo que entender que los chicos aprenden a distinto ritmo , no puedo dar una clase estandarizada porque es imposible enseñar de una manera tan homogénea a chicos tan heterogéneos”, sostuvo. “Si seguís con los 35 haciendo lo mismo, el alumno está recibiendo y acatando de manera pasiva, y yo quiero involucrar a mis alumnos, para que quieran estar en el aula, en el aula tiene que pasar cosas diferentes, interesantes”.
Finalmente propuso que se generen ámbitos de formación y capacitación para las familias, y señaló “me preocupa que muchas aulas de nuestra argentina parecen más a patios que lugares donde se aprende, por el desborde y descontrol que hay”. En ese sentido, consideró importante “que el docente recupere y vuelva a tener el prestigio que nunca debió haber perdido”.
El libro fue publicado por Editorial Bonum.