Sasha Lyardet es la estudiante de Antropología, de la Universidad Nacional de San Martín que hasta ayer, estuvo privada de la libertad en la cárcel de Ezeiza. La joven, al igual que 16 personas más, permanecía detenida desde el miércoles cuando cientos de manifestantes se concentraron en la Plaza de los Dos Congresos en contra de la Ley Base.
En contacto con Ter, por Radio Provincia, Lyardet aseguró: “Me alegra estar en libertad, hoy es mi cumpleaños. Por suerte lo voy a poder pasar con mis abuelos que están enfermos y pasaron mucha angustia. Además, mi abuelo cumplió años el domingo y decidió posponer su festejo hasta que yo estuviera en libertad. Estoy contenta porque sólo lo tuvo que suspender 3 días. Así que estoy con ganas de poder abrazar a mi familia. Y que todo esto pase”.
“Pero esta alegría no puede ser completa porque todavía quedan compañeros y compañeras detenidas a quienes se les imputa lo mismo que se me imputaba a mí. Esto es una locura porque así como las detenciones fueron completamente arbitrarias- porque no tienen pruebas contra ninguno- las liberaciones también lo son. Voy a luchar hasta que todas las y los detenidos arbitrariamente puedan estar en libertad, como yo hoy me encuentro y abrazar a sus afectos”, afirmó.
Seguido, sobre su cautiverio describió: “estaba detenida con Ramona, una mujer de 54 años que se movilizó con su bandera de argentina en defensa de la Patria, y en el momento de la represión se escondió detrás de un auto porque estaba asustada. Y nosotros también nos asustamos y ahí fuimos emboscados en un intento de casería. Allí caímos pero podría haber caído cualquier persona”. Y agregó: “Nos tuvieron esposados por más de 36 horas. Nos pasearon por toda la Capital Federal la primera noche, sin decirnos. No nos hacían llegar la comida que nos mandaban los familiares, no nos daban agua. No nos bajaban al baño y cuando lo hacían nos llevaban esposadas y debíamos hacer pis delante de una policía. Toda una cuestión de atropello y de violencia muy grande cuando no tenía ningún sentido no poder ni hacer pis sola… fue una humillación constante”.
Además, relató que dentro del penal la situación fue “completamente angustiante porque no sabíamos qué iba a pasar con nosotras. Nadie nos daba una respuesta. Nos dieron la excarcelación, pero cuando preguntamos nos estaban trasladando al Penal 4 de Ezeiza. No podíamos creer que estábamos por ingresar al sistema penal federal. Fue una locura. Y cuando llegamos las camas y la comida estaban llenas de cucarachas; y la primera noche no tuvimos frazadas, fue una situación de mucha angustia. Las familias estaban angustiadas, pero les pedimos que se siguieran moviendo afuera porque no había mérito para tenernos detenidas, y mucho menos en un penal; y eso fue lo que después nos terminó sacando. Todo fue una completa locura”.
Y concluyó: “esta angustia continua porque siguen 5 compañeras y compañeros detenidos, por las mismas causas que yo y sin pruebas. Es un claro intento de criminalizar la protesta social, porque ahora si movilizas no sólo te amenazan con la represión sino que también podes terminar en un penal de máxima seguridad con una causa abierta y con maltrato policial”.