En diálogo con Historia Nocturna, el director del museo explicó que los inicios se remontan a 1812. “El 27 de junio cumplimos 212 años, desde que lo fundó Rivadavia, ni teníamos país, era la antesala de la Revolución de Mayo. El objetivo era otro y estratégico, hacer un inventario de la flora, fauna y gea, para conocer nuestros recursos naturales y los intereses que prevalecen en lo nacional versus los que quieren llevarse esos recursos”.
El museo que “se emplaza en el Parque Centenario, se construye desde 1921 a 1937. El museo es federal. Solo se construyó un sexto del proyecto original”, señaló Capozo y recalcó que “dentro del museo funciona el corazón del museo, nuestra unidad científica y tecnológica, nuestros científicos, becarios, que dependen del Conicet”. Desde allí se motoriza lo principal, “mostrarle a la sociedad lo que hacemos y cumplir nuestro rol social. El museo se nutre de 23 colecciones científicas nacionales que son referencia a nivel internacional, que se nutren a su vez del trabajo de campo, métodos de conservación y laboratorios, con herramientas moleculares, genéticas. También brindamos asesorías, realizando estudios para responder a preguntas particulares. Un ejemplo es la sala El Agua, con profesionales capacitados para programas de remediación ambiental, para reconstituir esos ambientes. Además tenemos competencia siendo autoridad nacional, por ejemplo, para analizar casos de tráfico de fósiles”.
De todas las responsabilidades que tiene, Capozo hace especial hincapié en “la obligación de contarle a la sociedad lo que hacemos en las salas de exhibición, haciéndolo más amable para niños y niñas de 3 a 99 años, porque invitamos a despertar el niño interno de manera interactiva, poniendo en valor las salas con 4 ejes: biodiversidad y evolución, agua, aire y Tierra con mayúscula, nuestro planeta en el universo y todo lo vinculado a las tecnologías como los satélites que nos permiten comprender la temperatura de los mares, la situación de humedales. Para las vacaciones de invierno tenemos dinosaurios animatrónicos y algo especial en la sala del agua, que son 250 metros, con una propuesta de sala nueva donde se puede ir a aprender y divertirse, desarrollar el pensamiento crítico a través del arte la ciencia, todo acompañado por divulgadores. También, como preguntó Susana Gimenez, habrá visitas sorpresa de dinosaurios al museo, porque además de los dinosaurios, el museo Argentino de Ciencias Naturales está vivo”.