En diálogo con La siesta es sagrada, Virguez dijo que comenzó a conceder entrevistas a la prensa recientemente.
“Es el momento, en la década del 90 no participaba en ningún programa de televisión o radio, pero en el 2010 con el libro que se hizo sobre Cris Miró y la serie, mi cabeza está diferente. Fue todo muy repentino, pasaron cosas en mi familia, y me daba vergüenza”.
Seguidamente consideró que “la serie está muy bien llevada adelante, colaboré mucho para que salga así” y afirmó: “Quería que se resalte su parte humana”.
Luego tuvo palabras de elogio para Martin Radagast, el actor que interpreta el papel de Virguez, diciendo que a pesar de no parecerse físicamente por la gran diferencia en la estatura, “atrapa mucho la personalidad, es buen actor, sirve para la serie”.
Luego expresó que “desde que empezó la serie todos los comentarios que hacen es de respeto, de amor, de valentía, de un cambio. No hay n i un solo mensaje discriminatorio ni mucho menos, por eso decidí hablar públicamente” y agregó que “hoy hay como una línea divisoria. Soy médico y tengo residentes de 30 años, de 40 para abajo tiene una cabeza totalmente liebral, abierta, ya no es un estigma ser gay, muchos lo dicen, varones que presentan a los novios” y mucho más para los más chicos, tengo una hija de 104 años y para ellos es muy natural”.
“Como éramos una familia muy constituída no hubo discriminación en el seno familiar. Desde chica fue medio afeminada, en la adolescencia cada vez más, fue todo muy paulatino y en esa época se usaba mucho cargar al diferente, pero ella siempre tuvo una intelectualidad forma de ser expresarse y sentar postura, nunca nadie le dijo nada. Hasta que tuvo la valentía de decir que era gay. Había muchos, pero hacían vida de hombre y nunca lo supieron superar”.
Finalmente expresó que “por un lado me avergonzaba tener un hermano gay, y por otro lado ver a una persona que era admirada por muchísima gente antes de que sea conocida por televisión”.