En diálogo con El tenedor de libros, Kamiya comentó que la editorial Eterna Cadencia publicó recientemente La paciencia del agua sobre cada piedra, El sol mueve la sombra de las cosas quietas y Los árboles caídos también son el bosque.
Seguidamente, respecto a su formación, dijo que comenzar con Inés Fernández Moreno “fue muy bueno porque era muy lúdico, relajado, amable y en alguna forma maternal” en tanto que con Abelardo Castillo “sucedía todo lo contrario” ya que “era muy estricto, cursaba en un horario no amable, lejos de mi casa” pero que de todos modos, haberlos tenido en ese orden “fue muy bueno”.
Luego consideró que “hay una sobrevaloración de lo que es ser escritor, no me parece que sea especialmente importante” y que en el oficio “hay algo que se renueva diariamente, o al menos frente a ciertos dilemas: tu respuesta es una decisión”.
Finalmente, en relación a cómo desarrolla el proceso de escritura, expresó: “En general trabajo internamente antes de sentarme hacer el primer borrador, le doy muchas vueltas en la cabeza, en mi cuerpo y dentro de mí, sin diques,, de la manera más libre posible. Después corrijo, pero más quitando. El cuento crece por despojo y la novela por acumulación”, concluyó citando a un periodista.