En diálogo con La siesta es sagrada, comentó que siendo Doctora en Biología por el CONICET, durante la pandemia dedicó tiempo a “reconectar con su costado artístico después de 20 años”.
“Fue un poco a modo terapéutico para mí, en ningún momento fue pensado como un emprendimiento ni nada de lo que fue pasando” sostuvo, al tiempo que agregó “venía de un montón de procesos y crecimiento a mis 40, y conecté mucho con la ilustración, algo que hacía de chica”.
“Siempre tuve fascinación con los posters y afiches callejeros, pero trataba de buscarle una vuelta de tuerca con eso de poder comunicar frases de canciones que me gustaban o poesías que siempre que las veía en redes, no tenían el toquecito de amor que se merecían”, sostuvo.
Tras comenzar a difundir sus producciones en una cuenta pública, “se me hizo una explisión de seguidores. No soy una persona que tenga espíritu influencer, y cuando lo puse ahí me sorprendió porque creció muy rápido en muy pocos días”, indicó. “Estaba fuera de mi zona de confort después de hacer tantos años una búsqueda por dedicarme al arte que no pudo ser, la vida me llevó a otro lado que es la ciencia, y en este reencuentro, tener ese tiempo y ese espacio me llevó a descubrir ese costado”.
Finalmente concluyó diciendo que “lo que me moviliza es personal, porque no puedo callarme ante ciertas situaciones cuando veo que hay crueldad, que hay desigualdad. Cuando a veces soy más explícita se me acusa de ser muy política, pero una persona que hace arte está haciendo política”.