El autor de "El día de la ballena" es un apasionado estudioso sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la especie humana, porque según dice, ya no hay manera de escapar de la mediación técnica en nuestra percepción y construcción del mundo de de las propias identidades: "Todo lo que entendemos como humano depende de una serie de circuitos, economía, termodinámica, lo que sea. Lo que llamamos humano va cambiando. El transhumanista cree que tenemos cierto control de lo humano para mejorar nuestras condiciones a través de la tecnología. El post humanista no cree que tengamos ese control y hablan de post humanidades, como que podríamos derivar en una serie de entidades distintas, pero sin control, sin posibilidad de encauzar esa deriva". Desde ese marco, Sanchiz define su literatura como "teoría-ficción, escribo una extensión de la ficción y no hay grandes discontinuidades entre lo que puedo publicar como ensayo o bajo otro género". A través de su escritura, el autor recorre su visión del mañana, "creo que el futuro va a ser peor de lo que imaginamos, pero no va a ser vivido distópicamente", porque, asegura, ya estamos cambiando en el presente, con una omnipresencia de nuevas tecnologías que es inevitable: "No es el futuro, el género humano ya cambió, pero el planeta sigue adelante. El mundo y la tecnología generan una subjetividad distinta a lo que vivimos nosotros, generan nuevas maneras de ver el mundo. Las predicciones se han quedado cortas. Mi idea del futuro deja anticuada la noción de distopía y del fin del mundo. Va a haber un futuro, pero no va a ser para nosotros, en tanto humanos tal cual nos entendemos hoy, no va a haber nada de lo humano, habrá otra cosa que hoy no podemos entender, pero que es inevitable.