Carlos Brighenti, célebremente conocido como el payaso “Papelito” se refirió al documental que, sobre su vida, realizó Sebastián Giovenale.
Por “El Frasco” con Radio Provincia, dijo que “tengo conocimientos y muchos premios pero los tomo con simpleza, a veces ni creo que sean míos. Cuando termine esta pandemia voy a volver a los clubes, tengo todo preparado en el galpón”.
El documental, que recorre las cuatro décadas el artista que recorrió la provincia con su circo, pretende recuperar la vida del artista, que dio sus primeros pasos en el radioteatro hasta llegar a tener su propio circo “pobre y a pulmón”.
“A los 11 años me fui de casa, era uno de esos vaguitos que hay siempre. Tocaba la guitarra y cantaba, mi abuelo era profesor de música, vino de Italia y con él empecé a tocar y cantar. En 1961 estuve en Si lo sabe cante y gané”, reveló en diálogo con la Radio Pública.
Seguido, apuntó que “estuve en algunas radios porteñas, soy nacido en Norberto de la Riestra. Me fui muy chico y recuerdo a mi madre viéndome irme, pero era mi impulso artístico. El circo apareció a los 21 años cuando me tocó el servicio militar. Hice radioteatro diez años, estuve en casi todas las compañías. En 1967 me fui al sur a hacer radioteatro. Tengo registro de todas las emisiones, porque guardo todo”.
Papelito indicó que “cuando volví a mi casa porque me tocaba el Servicio Militar, fui a revisación médica a Mar del Plata y me salvé por número bajo. En Riestra tenía una tía que andaba en un circo y me fue a buscar, era uno de esos viejos circos-teatro. Nos fuimos a Urdampilleta, partido de Bolívar. Ahí empecé a ayudar al payaso, aprendí número, tenía ganas y aprendí todo”.
Agregó que luego “me casé con la cuñada del dueño del circo y tengo 5 hijos de ella. Luego nos separamos y volví a juntarme con otra chica del circo y hace 35 años que estoy con ella”. Además, señaló que “en Junín se me ocurrió crear mi circo, con las cosas que tenía. Le dejé la guitarra de garantía al dueño de la casa donde compraba, y él medio 110 metros de tela con la que hice la primera carpa. La gente se traía la silla porque yo no tenía”.
“En los veranos trabajaba bien, en invierno la gente no iba porque es difícil calefaccionar un circo. Después de Cromagnón empezaron a exigir más cosas y el mío es un circo pobre, yo fabriqué las casillas, las sillas, todo a pulmón. Era un circo pobre y cobraba entrada barata, no recaudaba como para agrandarme o comprar un camión. Yo no era un negociante de circo, yo quería escuchar las risas, ver el circo desbordado”, indicó Papelito.