La investigadora explicó que el proceso de trabajo se remonta a “marzo de 2018 hasta febrero del 2019” y que se retomó este año con una nueva campaña. “Es un sitio muy importante para la arqueología de la ciudad de Buenos Aires y la arqueología urbana porque muestra que el pasado no está destruido”.
En la línea de investigación, Igareta enfatizó que se trata de dar cuenta que a pesar de que en términos de densidad de población, pareciera que en Argentina no hubo población africana esclava, en realidad “es una parte de la historia borrada”. Aclaró que “algunos equipos están trabajando en las condiciones de la vida material de esas personas" como aporte arqueológico más allá de la trascendencia e importancia del sitio.
Sobre el proceso de reconstrucción de la cisterna hallada a más de seis metros de profundidad, Igareta detalló que “tuvimos que trabajar con una obra en construcción al lado, el lote tiene 300 metros cuadrados, es un espacio muy grande”.
Además que lo que “tiene de interesante es el recuerdo de lo que pasaba en los siglos pasados, sobretodo en las ciudades con memoria muy corta”. “Es la historia de uno de los gobernadores más importantes del siglo XIX”, agregó.
En particular, la cisterna viene a mostrar “parte de la historia institucional de la Argentina, desde la Confederación hasta la República”. “Todo eso pasado en ese lote”, destacó la investigadora.
Lo importante es que a través de estos hallazgos lo que se puede reconstruir es “la vida de los porteños, desde la salud, las comidas, la procedencia de productos importados, la convivencia de personas extremadamente ricas y esclavos”, finalizó.