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RECORDAR A JULIO CORTÁZAR, A 110 AÑOS DE SU NACIMIENTO
CULTURA

RECORDAR A JULIO CORTÁZAR, A 110 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Por Cecilio Panella / 26 de August, 2024
El periodista Cecilio Panella afirmó que el escritor “sigue siendo el más popular de la literatura argentina, o al menos su figura más entrañable”.

Julio Cortázar es un autor emblemático de la literatura argentina del siglo XX. No solamente es uno de los mejores cuentistas que han dado Argentina y América Latina, sino toda la literatura occidental.

Este 26 de agosto se cumplen 110 años de su nacimiento. El 12 de febrero pasado también se cumplieron 40 años de su muerte.

Cortázar probablemente sigue siendo el escritor más popular de la literatura argentina, o al menos su figura más entrañable, pero sin la ostentación de erudición de esa otra figura unánime que es Jorge Luis Borges.

Su obra, y sobre todo sus cuentos, son todavía la puerta de entrada a la literatura para muchos jóvenes, pero también fue un talismán para las generaciones que crecieron durante los años ‘60 y ‘70 en América latina, cuando soñaban con otra realidad.

Cortázar nació por casualidad en Bélgica, el 26 de Agosto de 1914, ya que su padre era funcionario en esa Embajada. Cuatro años después, la familia volvió y se radicó en Banfield, en el sur bonaerense.

Tras completar sus estudios primarios, Julio siguió los de magisterio y letras, y durante cinco años fue maestro rural. En 1951 viajó a París con una beca y luego su trabajo como traductor de la UNESCO le permitió afincarse definitivamente en la capital francesa.

Su obra

En su literatura, quizá está en primer lugar “Rayuela”, su gran obra, una novela fundamental. En tanto, “Bestiario” fue su primer libro de cuentos. Allí se destaca uno de sus cuentos más conocidos, “Casa tomada”.

También hay que citar a “Final del juego”, “Todos los fuegos el fuego”, “Historias de cronopios y de famas”, entre otros.

En la década del ‘60, Cortázar se convirtió en una de las principales figuras del llamado “boom” de la literatura hispanoamericana y disfrutó del reconocimiento internacional.

Su nombre se colocó al mismo nivel que el de los grandes protagonistas de ese movimiento: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti o sus compatriotas Borges y Ernesto Sábato, entre otros.

Posicionamientos políticos

A diferencia de Borges, Cortázar sumó a su sensibilidad artística su preocupación social: se identificó con las clases marginadas y estuvo muy cerca de los movimientos de izquierda.

Si bien siempre mantuvo una imagen negativa de Juan Domingo Perón, Cortázar observaría al peronismo de los ‘70 con buenos ojos, sobre todo el costado más socialista, referenciado en la Juventud Peronista y Montoneros.

De hecho, volvió a la Argentina en un convulsionado año 1973 que parecía alumbrar un nuevo país, que finalmente no fue..

Mucho antes, su viaje a la Cuba de Fidel Castro en 1962 constituyó una experiencia decisiva en su vida y el detonante de un radical cambio de actitud que influiría profundamente en su vida y en su obra: el intelectual devino en activista político.

Merced a su conciencia social y política, en 1970 fue a Chile para la ceremonia de toma de posesión como presidente del socialista Salvador Allende y, más tarde, en 1979, viajó a Nicaragua para apoyar a la Revolución Sandinista, que puso fin a la dinastía somocista.

Se comprometió muchísimo con ese movimiento, porque entre otras cosas lo integraban destacados intelectuales, como Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez.

Cortázar fue perseguido y prohibido por denunciar, junto a otros intelectuales que vivían en el exterior, los crímenes del terrorismo de Estado cometidos en América Latina en la década del ’70.

Derechos humanos

Intervino con firmeza en la defensa de los derechos humanos, y a través de documentos, artículos y cartas públicas fustigó duramente a la dictadura argentina encabezada por Jorge Rafael Videla.

En estos tiempos de negacionismo, vale recordar lo que decía Cortazar en diciembre de 1983 sobre los desaparecidos… “Sabemos que no sabemos cuál es la cifra exacta porque aquellos militares secuestraron, torturaron y mataron a escondidas y, al ocultar lo que hacían, hicieron que el número de sus víctimas siempre fuera confuso. Por eso tuvimos que adoptar un número que representara todo eso: los famosos 30.000. No importa su precisión –que es imposible por culpa de los asesinos– sino su poder simbólico, su fuerza de memoria”, le dijo a Martín Caparrós en su último reportaje.

El final

Fue cuando le puso fin a su exilio y llegó por última vez a Buenos Aires, el 12 de diciembre de 1983.

En silencio y sin noticias de su llegada, había ingresado por el aeropuerto de Ezeiza dos días después de que la Argentina recuperara la democracia, tras la asunción del presidente Raúl Alfonsín.

Visitó amigos y recibió el cariño de la gente, pero no hubo homenajes oficiales ni reconocimientos literarios, sino la indiferencia del naciente gobierno radical.

Inexplicablemente, o no, Alfonsín no recibió a Cortázar. Una versión trató de justificar el desencuentro desde el desorden del equipo presidencial en esos días. Otros hablan de que fue una decisión tomada para evitar el acercamiento a una figura considerada “muy de izquierda”, que irritaba al poder militar en retirada.

De Buenos Aires se fue el 12 de enero de 1984, con el mismo silencio y sabiendo que una leucemia amenazaba llevárselo como se había llevado a su esposa Carol Dunlop un tiempo antes.

Ya no pudo volver a la Argentina, como era su deseo. A los casi 70 años, un mes después, exactamente, Cortázar moría en París.-