En diálogo con Historia Nocturna desde Alemania, donde trabaja en la universidad de Konstanz, comentó que su interés por investigar el sistema penal surgió inicialmente al observar que "hay un paralelo entre las masacres de la década del 30 en Alemania y los procesos de Verdad, Memoria y Justicia en Argentina. Ahora estoy reconstruyendo el rol de familiares y organismos de DDHH en buscar justicia después de grandes crímenes del terrorismo de Estado. En Alemania es mucho más institucionalizado, donde el Estado absorbió las voces y el protagonismo de las víctimas, sin darle mucho espacio. No fue un proceso tan exitoso como pareciera. Para que tengas una idea, con la magnitud del holocausto, solo hubo 166 condenas a perpetua, cuando en Argentina hemos avanzado con muchas dificultades pero profundamente en la justicia para los militares y sus cómplices civiles".
En cuanto al título que lleva su último libro que publicó CLACSO, amplió que "la creación del mercado de trabajo capitalista sólo fue posible con el sistema penal de la mano del mercado, disciplinando a la clase trabajadora y sometiéndola a condiciones terribles. El sistema penal era muy desigual, como explica Zaffaroni, que desarrolló el concepto de selectividad penal, porque la justicia primero mira tu etnia, nacionalidad, color, condición económica y después te da con un palo. La justicia se dedicó en todo el mundo a criminalizar a los más pobres, desde el siglo XV a la actualidad. El sistema penal estuvo siempre ahí al pie del cañón para disciplinar al mercado de trabajo y los sectores conflictivos que no encajan con el modelo capitalista".
Uno de los principales elementos en el engranaje son por supuesto las fuerzas de seguridad: "El brazo de la justicia termina siendo la policía, que detiene a unos y no a otros. O el caso de los genocidas, que están presos en condiciones muy diferentes y mucho mejores que quizás un traficante".