En una entrevista con El Tenedor de Libros, Gabriela Benavidez expresó: “Hasta la pandemia, la gente que tenía diagnóstico de celiaquía tenía que ir a almacenes especiales con una oferta limitada. En pandemia el consumidor empezó a cocinar sus propios alimentos y empezó a informarse”. A lo que agregó: “Buscaban recetas pero, indirectamente, se encontraron con la información nutricional de cada alimento. Ahí cambió la demanda”.
Asimismo, la Jefa de Desarrollo de Harinas en Molino Chacabuco manifestó: “Después de eso, empezaron a ver que otro ingrediente podían agregar para aumentar el valor nutricional y no consumir la harina blanca tradicional. Así fue como desde la empresa, identificando la necesidad, empezamos a pensar en una oferta al consumidor final”.
Mientras que continuó: “Ahí aparece toda la línea de las harinas especiales. Son productos que siempre se hicieron pero no estaban ofrecidos al consumidor final”. En tanto, añadió que “empezamos a pensar con el agregado del valor nutricional y ahí nace la línea de la cocina saludable. Tomamos como base una harina integral, que ya tiene un aporte de fibra importante, y le agregamos harinas de legumbres, de semillas y la otra que es granos ancestrales”.
Por otra parte, señaló: “Nos quedaba afuera, pensando en este tema de abarcar a todo tipo de consumidor, el segmento celíaco especifico con diagnóstico y los que no son intolerantes pero lo eligen”. Por lo que añadió: “Siguiendo el mismo patrón de cocina saludable y aportar valor, desarrollamos cinco productos para celíacos. Están hechos en otra planta certificada libre de gluten”.
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