Pablo Verna, integrante de la Asamblea Desobediente, hijo de genocida y abogado querellante en los casos de lesa humanidad brindó detalles de la visita de militantes de DDHH y sobrevivientes de la última dictadura cívico-militar a la Corte Suprema para pedir que se convoque a una comisión para exigir celeridad en las causas de lesa humanidad y abordó su lucha para que los hijos e hijas de represores puedan ser escuchados en la justicia.
En contacto con “Napalm” por Radio Provincia, el hijo del médico Julio Alejandro Verna, excapitán del Ejército que participó en los vuelos de la muerte aseguró que desde el colectivo “tenemos siempre una mirada positiva, creemos que en algún momento se van a producir más pruebas” y al mismo tiempo pidió “tomar las pruebas existentes para el llamado a indagatoria”.
En ese marco, el letrado brindó detalles de la reforma del código procesal penal, que impulsa, para que los hijos e hijas de genocidas puedan declarar en la justicia y aportar información que compromete a sus padres.
Pablo Verna explicó que “la presentación que hice en la Secretaría de DDHH pasó a la justicia, allí se hicieron algunas medidas de investigación; pero luego no se hizo nada” y enfatizó que a su padre “nunca se lo citó a indagatoria” pese a que “había pruebas más que suficiente para ser procesado porque lo que salió a la luz era muy concreto”.
Pero “el tema es bastante particular porque desde 2017 venimos pidiendo que las prohibiciones” de declarar contra un familiar directo "no corran cuando se trata de crímenes de lesa humanidad para que los familiares podamos declarar en los juicios en contra de los imputados y hasta denunciarlos”.
“Porque nosotros, las y los desobedientes nunca formamos parte un pacto de silencio, pero si se nos quiso imponer desde nuestras familias. Pero no nos hicimos eco de ello y cuando la justicia no toma nuestros aportes de prueba está poniendo obstáculos. Y nos está volviendo a imponer este silencio que nosotros denunciamos y decidimos romper puertas adentro de nuestras familias”, disparó. Y concluyó: “Con tantos años de militancias y de buscar las formas para aportar a la Memoria, la Verdad y la Justicia, ya nos sentimos militantes por los DDHH antes que familiares de los genocidas”.
Pablo, su historia
“Yo tenía bastante claro que mi padre había participado en los crímenes de lesa humanidad pero en 2009 frente a las preguntas que lo incomodaban, mi padre me respondió: ‘No me preguntes más nada porque yo no te voy a dar ningún dato más’ y entonces asumí que no me iba a dar más información y que un día se iba a morir y no sólo no iba a poder saber qué había hecho sino que tampoco iba a conseguir material para aportar al proceso de Memoria, Verdad y Justicia”, relató Verna.
Seguido contó que en el 2013 “frente a una conflictividad familiar, mi madre le cuenta a uno de mis hermanos que él había participado de los vuelos de la muerte inyectando a detenidos desaparecidos con la anestesia y en el secuestro de compañeros”.
Y mucho después “él mismo le cuenta a mi hermana que en septiembre del 79 había participado del asesinato de 4 compañeros que anestesiados fueron introducidos en un automóvil para simular un accidente y fueron arrojados en un riacho” describió. Y agregó que a través de una conversación con Pablo Llonto pudo saber que “se trata de Susana Solimano, Alfredo Berliner, Julio Suárez y Diana Shatz” porque ese fue “un hecho único”.
“Entonces, hice una presentación en la secretaría de DDHH, la presentación fue remitida al juzgado federal de Alicia Vence y todavía estamos esperando”, puntualizó pese a que “en el legajo de mi padre figura que él estuvo en comisión en el Comando de Institutos Militares, porque pertenecía a Sanidad. Y dentro de ese período ocurre este hecho que te contaba”.