El fútbol argentino se destaca por la calidad de sus futbolistas, materia prima de exportación desde hace décadas, por la euforia con la cual se acompaña la hazaña deportiva, y en la comunicación del espectáculo se ha generado un grupo de profesionales que logran dar la talla, como el caso de Ariel Senosiain. “Siempre imaginé ser periodista, pero al llevarlo a la práctica comienzan los problemas, porque es un trabajo para el cual hay muchos aspirantes, en nuestro rubro eso se ve muy claro, eso genera vacilación, incertidumbre, hasta que el camino se logra enderezar. Trabajé gratis un tiempo y también a cambio de espacios publicitarios, pero nunca fui un gran vendedor de publicidad, pero como quería dedicarme al periodismo no me quedó otra que salir a patear la calle, recuerdo que encontré un restaurante enorme que me dio una gran cantidad de vouchers de comida y como vivía con mi hermano le encontrábamos sentido, teníamos cubiertas casi todas las comidas, pero duró poco, realmente siempre admiré a aquellas personas que trabajan en los medios y tienen clientes fijos y van de un lado a otro con sus clientes comerciales”, recordó.
“Aprendí a leer con El Gráfico, fue el puntapié, también me gustaba abrir el diario del domingo con las formaciones cuando se jugaban todos los partidos a la misma hora, y escuchaba bien temprano las transmisiones de radio Continental, Rivadavia, que en ese momento eran las dos emisoras que se disfrutaban a nivel nacional, y tachaba los jugadores que quedaban afuera, hacía una especie de trabajo de estudios centrales solo por placer, el germen de mi carrera estuvo ahí”, sostuvo el comunicador nacido en CABA y criado en Vicente López.
Senosiain siempre tuvo claro que su norte era la comunicación, incursionando en la carrera terciaria de Periodismo Deportivo, con una familia que logró acompañar la etapa inicial. “Soy el hijo mayor, la cuarta hermana llegó a mis veinte años, toda una sorpresa, mis padres fueron por la heroica y lo consiguieron. Los recuerdos son hermosos de vivir todos en un cuarto hasta los doce, o trece años, recuerdo jugar al fútbol a dos cuadras de mi casa y de tener distintos grupos de amigos, el de toda la vida es el del colegio, algunos de ellos vienen desde la primaria. Nunca nos faltó nada, pero a mediados de los años noventa empezó a complicarse como en buena parte de la Argentina, y mi papá se fue a vivir a España un tiempo largo con dos de mis hermanos, estuvieron siete años allá, pero hasta de esas experiencias, que en algún punto pudieran haber sido traumáticas, me quedé con recuerdos positivos, aunque durante mucho tiempo el aeropuerto de Ezeiza era significado de despedida”, evocó.
“Lo mío fue una cosa natural, ya estaba establecido que cuando terminaba el colegio iba a estudiar periodismo deportivo, y como eran todas instituciones privadas había alguna complicación para pagar la cuota, pero pude conseguir media beca y la sacamos adelante. En algún momento pensé en estudiar paralelamente una carrera universitaria, Comunicación Social era una alternativa, tenía un amigo que se iba a meter en Diseño, Imagen y Sonido, y averigüé porque como suele decir Alejandro Fabri no somos periodistas deportivos, sino que somos periodistas, si no existiese el deporte, y el fútbol básicamente, me gustaría trabajar en el periodismo de cualquier forma, pero siempre me imaginé periodista deportivo, entonces terminé abocándome mucho a eso, y la verdad es que mi carrera está más relacionada con la práctica que con la teoría”, añadió.
En el año 2011 publicó una biografía de Marcelo Bielsa, Lo suficientemente loco, que lo ubicó en el radar de los grandes medios. “El libro que escribí sobre Bielsa me marcó en lo profesional, sentí que fue un impulso importante, pero después lo tenía que revalidar, porque sabemos que nada es definitivo, podés tener un lugar interesante, de privilegio, pero hay que ratificarlo de manera permanente, siempre damos examen y eso está relacionado con realizar un trabajo de estado público, así como las buenas tienen repercusión positiva, una mala tiene efecto negativo”, afirmó en Radio Provincia.
“El Mundial 2022 termina siendo muy importante en mi carrera por muchísimas cosas, más que nada por la gran repercusión, pero me gusta más recordar lo inicial, donde combinaba con otros laburos, trabajé en servicios de emergencia médica, de cobrador de una empresa. Ahí todavía tenía la incertidumbre sobre el futuro, pero después con más recorrido, trabajando en dos o tres radios y algún programa de televisión, logré ver más allá, si bien tuve un impasse que me hizo dudar, porque arranque de muy chico en TyC Sports, pero tuve siete meses que por temas burocráticos nadie me aseguraba que iba a ingresar, y ahí me entró la duda más que nada por sentir que había estado cerca”, marcó el comentarista de Mariano Closs.
En el mundial de Sudáfrica 2010 logró la primera cobertura de magnitud, allí dilucidó íntimamente las sensaciones ambiguas que generaba esa etapa de la selección de fútbol, y su presencia periodística en los mundiales sería una constante. “El Mundial del año 2018 fue un desafío periodístico diario, porque era un desastre la Selección en todo sentido, y me enteraba de algunas cosas difíciles de tirarlas todas en ese momento porque había como una euforia, una expectativa del argentino de querer ver a la Selección y en ese momento estábamos todos unidos, pero por otro lado somos periodistas, no podía desconocer que había un malestar interno tremendo y el final resultó de tal manera. Y Qatar fue la suma de todas las emociones y creo que es irrepetible, me acuerdo de todos los días del Mundial, me daba cuenta de que en mi carrera nunca más iba a tener un día como el que había sucedido la jornada anterior”, profundizó.
“El de Scaloni fue un equipo que se armó primero desde la intimidad y luego en la cancha, era muy sólido en todos lados. El germen fue la concentración larga en la Copa América 2021, cuando Messi dice lo que dice en la final del Maracaná, la arenga a un grupo que venía golpeado, los jugadores argentinos llegaron a mitad de año extenuados con la carrera, con todo lo que compitieron en sus clubes, y en este caso afrontaron un mes aislados, sin ver a sus familias, y ahí empezaron a hacerse muy fuertes. No eran ni son todos amigos, al contrario, pero había un compañerismo que se vio en la cancha, y también se observó un nivel futbolístico de menor a mayor, porque el primer tiempo contra México fue tremendo”, concluyó en Ida y vuelta.