Al comienzo de la entrevista, Hernán Casciari manifestó: “Entre otras cosas, Orsai es una fundación. Nació porque se nos ocurrió con mi mujer terminar el proyecto dejando una universidad en Mercedes, eso fue hace 5 años. Quería dejar una universidad a cinco cuadras de donde nací como para devolverle al pueblo que a mí enseñó a leer, a escribir, me escuchó por primera vez. Julieta, mi mujer, trabaja en creación de universidades”. A lo que agregó: “Lo primero que me dijo es que las personas físicas y las empresas no pueden tener una universidad en Argentina, por eso nos constituimos como fundación. Es por eso, no por una cuestión filantrópica o por una cuestión de lavado, sino porque es necesario para un objetivo posterior”.
Asimismo, el escritor señaló: “Este objetivo de universidad se truncó un poco el año pasado. Me ofrecieron en comodato el predio de la ex Dupont, pero yo puse una única condición para que no sea un emprendimiento peronista, para que sea un emprendimiento de la ciudad de Mercedes. Esa condición era que esté aceptado en el Concejo Deliberante de forma unánime. Me la podían dar igual, porque los concejales de Unión por la Patria dan mayoría, pero yo necesitaba unanimidad. Puede convencer a la UCR rápido, al PRO en una charla y media, pero no pude convencer en público a los dos concejales de Milei”.
En ese sentido, en diálogo con el programa El Holograma y La Anchoa, continuó: “En privado uno de ellos me dijo que estaba re a favor, pero que no podía públicamente estar a favor de algo en lo que estaba a favor el peronismo”. Mientras que añadió: “Toca esperar, yo no creo que toda la vida sea así. Le puse una pausa y ahí con Juli dijimos de seguir haciendo cosas. Entonces creamos la Escuela Orsai en el Paseo La Plaza, que con suerte el año que viene se va a convertir en instituto terciario, y en paralelo estamos volviendo a la búsqueda del predio”.
Por otra parte, el autor de El mejor infarto de mi vida, precisó: “Yo tengo un proyecto en donde a mí me gusta levantarme a la mañana y saber que lo que hay en el día es divertido (…). También tengo episodios de bronca. Tienen que ver con la genética, porque en muchas oportunidades me recuerdo a mi abuelo materno, a quien la familia no entendía por qué tenía esos ramalazos; y después se lo adjudico a la edad, a levantarme a veces con nubarrones”. En tanto que, adicionó: “Mi fantasía de editor era gráfica, de tipografía, de gramaje de papel, de editoriales. Jamás se me hubiera ocurrido un auditorio en donde yo hablara, tenía pánico escénico a full. Después del infarto pasó algo, fue a fines del 2015. Lo que generó eso es que dejé de escribir, ya no pude escribir por 7 años por una cuestión de haber dejado de fumar”.
“Ya con el diario del lunes que lo pude superar, me parece que entre el fumar y el escribir se fue generando en mi cerebro un ritual. Involuntariamente había un ritual y me sacan la mitad de eso; me queda el papel, la imaginación, pero no me quedan los escalones, la forma en que yo me agarraba. Es como que te cambiaran de casa pero sos ciego. Lo hacía a trompicones pero los cuentos eran malísimos y renuncié en el diario El Mundo”, contó Casciari. “En ese momento, el cerebro empezó a buscar el canal de creatividad por el micrófono. Fue un florecimiento, solamente dejé de escribir. Hay una cosa que es espectacular que ni en pedo yo hubiera intentado sin la ausencia del cigarro. Estoy en un momento en donde me pongo en el escenario y puedo generar párrafos, lo puedo hacer con naturalidad y con un placer”, cerró.