El consumo irónico es el consumo que está distanciado del significado real del objeto o de la obra de arte, de la creación cultural a ser consumida.
Según la especialista, "la idea de ver o consumir música, mirar un programa de televisión o mirar una película, escuchar un programa de radio con ironía, es escucharlo de manera distanciada, lejos de lo que estamos viendo, para reirnos" explicó.
La ironía es la distancia entre lo que uno dice y el significado real de lo que uno dice, que en general es algo opuesto.
Por su parte Mitchelstein, destacó respecto al consumo con esta particular mirada que "no ha aumentado, lo que aumentó es la posibilidad de expresarlo".
En ese sentido, subrayó que "para mirar algo irónicamente, muchas veces lo tenemos que comentar con alguien, eso solamente se podía lograr si nos juntábamos a ver o escuchar algo, entre varios" y distinguió que lo que sucede ahora es que "podemos comentar ese consumo irónico por redes".
Agregó que "lo que vemos que aumenta es la comunicación del consumo irónico. Tal vez antes se hacía pero no nos enterábamos de lo que hacía la gente en su casa" por ejemplo "mirar televisión para reírse".
La especialista en consumos culturales describió que para cobrar relevancia "el requisito es que debe ser compartido en comunidad" y que si bien "puede ser consumido en soledad" lo que sucede en realidad es que "no se lo contás a nadie" y en definitiva "al canal de televisión sólo le interesa si vos lo estás mirando y si te pueden vender publicidad".
Finalizó diciendo que "cuando vos se lo contás a alguien y lo haces irónicamente es expresamente -consumo irónico- porque lo miro para divertirme, para reírme". "La condición del consumo irónico es que vos puedas mirar a un otro de reojo y decir ¡que estupidez!"
Por esta razón "para el interlocutor muchas veces es difícil entender la ironía" porque "la comprensión de la ironía, que a veces se sostiene en supuestos compartidos, en un grupo de amigos, esos supuestos están expresos".