“Entré a la filosofía para tratar de comprender mi muerte, el hecho de haber nacido para morir”, dijo Darío Sztajnszrajber a Osvaldo Quiroga en “El Refugio”, por Radio Provincia.
El prestigioso filósofo, escritor y docente reflexionó sobre esa idea y la experiencia de haber padecido el Covid en carne propia: “se me movió mucho el tablero, porque hasta ahora pensaba lo que nos sucedía con el contexto pandémico, que yo siempre lo separo de lo que tiene que ver con la cuarentena y con las formas en que se organiza la sociedad frente a eso”.
En ese marco, indicó que “no es lo mismo pandemia y confinamiento. A mi se me agregó la experiencia de la carne, que es haber pasado por la enfermedad y colapsé, porque además de todo lo que pensaba, me vi con una situación inesperada en el sentido más epistemológico, porque ninguna de las categorías esperables para comprender lo que me sucedía, me sirvieron”.
También habló de las secuelas de la enfermedad y advirtió: “estoy bien, con una realentización increíble a nivel ritmo y tiempo. En el interior de mi cuerpo todo está al 50% y no como algo negativo, sino positivo. Es como que el cuerpo empieza a cambiar de ritmo. Ya tengo el alta pero las secuelas tardan, estás un mes o más como reencontrándote con tu cuerpo, quedás escindido”.
Mientras estuvo enfermo, “la sensación era como estar detenido, abrazado al colchón con la piel invertida, porque todo me generaba algo y nada lo podía conceptualizar. No era una gripe, es más parecido a la abducción, como tener un alien adentro”.
Sztajnszrajber agregó que en ese período “pasé por todo. Tuve un momento que dije: “me voy”, pero fue corto, porque cuando me empecé a deprimir se me fue la fiebre. Cuatro o cinco días con fiebre y el sexto empecé el recupero, pero pasas por todos los lugares”. La situación que impuso el Covid “pone muy en evidencia el momento en el que estás. Esta enfermedad tiene el fantasma de lo imprevisible, lo peor de las noticias, que fue la que me generó el estado de pánico, fue escuchar que alguien que estaba bien, igual se murió”.
“El Covid puso más sobre el tapete nuestra relación con la muerte, que no tiene que ver con la conciencia de la finitud típico de la filosofía, una cosa es eso y otra es la convivencia con la muerte, esto plantea otros problemas, no sólo individuales, sino también sociales. Nos cagamos hasta las patas, pero la muerte es también un fenómeno social. Morir se muere uno, pero la muerte no se puede abstraer el contexto en el que vivimos”, significó.
En tanto, advirtió cómo “se fue normalizando el acontecimiento de la muerte y el número de muertes se lee en el diario como se lee el clima. Me impacta fuertemente esa especie de reacción humana casi farmacológica de tratar de narcotizar todo, de anestesiarnos y naturalizar todo de la peor manera: transformándolo en una cifra. El número nos hace entender lo que pasa, pero nos desapasiona”.