Al comienzo de la entrevista en el programa Narraciones Extraordinarias, M. Conur, licenciada en Psicología y autora de Barely legal, reflexionó: “Yo siento que no siempre todo tiene que ser publicado. Si tengo algún manuscrito y me lo rechazan alguna vez, siento que es parte del proceso de selección de lo que es bueno y lo que no de un autor. El 'no' es un favor también en muchos casos para cuidarte”.
Por su parte, Nicolás Hochman, escritor de La parte del sonambulismo, contó: “En general yo padezco mucho escribir, la paso mal escribiendo, editando, corrigiendo mis libros. Por lo general, publicarlo lo que trae es una sensación de alivio, como cerrar un ciclo. Con este me pasó algo que es muy contradictorio para bien y es que la pase bien escribiendo. Entonces la sensación de publicarlo no fue de alivio, sino de alegría”.
En ese sentido, detalló: “El texto arrancó como un diario, yo llevo diario desde los veintiún años. Parte de todas esas entradas que fueron apareciendo tenían que ver con escenas que narraba al día siguiente después de haber estado sonámbulo. Esa parte del sonambulismo fue creciendo con los años y en algún momento decidí separarlo, y hacer un diario específico de esa parte. Hace relativamente poco dije que quería hacer algo con eso que no fuera solamente un diario y lo transformé en lo que yo creía era un ensayo, hasta que se lo mandé a mi editora y me dijo 'me encanta, pero lo quiero publicar como novela'. Ahí tuve que laburarlo y darle estructura más narrativa”.
Retomando la charla, Conur manifestó: “Yo pase la pandemia en el norte de Santa Fe, en un pueblo, y podía venir a Buenos Aires. Estaba viniendo y yo siempre tomaba pastillas para dormir en el auto. Esa vez trajimos a otra persona y venía atrás fumando, tomando, con la ventanilla baja en invierno; y era un infierno, no me dejaba dormir. Ahí, como estaba muy dormida pero no me lograba dormir, pensé en unas fotos que había visto de la gran depresión. Estaba visualizando eso y se me ocurrió casi toda la novela. Empecé a trabajarla un tiempo después, como al año siguiente, y cuando llegué a las 80 páginas me di cuenta que algo no funcionaba, entonces la tire y volví a empezar. Estaba todo en pasado y lo pase en presente, y le creé un pasado”.
Asimismo, expresó: “Estoy estudiando una maestría de escritura creativa y me parece un poco triste los autores que nos dan que se repiten en todas las materias: Kafka, Borges, Joyce. A mí que me des un autor que ya no conozco no me aporta mucho, más allá de que la lectura que hacen los profesores este buena. Le doy más valor a descubrir, sobre todo un escritor tiene que leer cosas que no lea todo el mundo, como que tenes que hacer tu propio panteón”.
Mientras que Hochman, también director del Festival de Literatura Latinoamericana Desmadres, concluyó: “El libro es eso que está ahí y va a seguir estando ahí, hay algo de aferrarse sobre todo al libro físico, al objeto, al fetiche del papel. Sabes que todo cambia, que el mundo va a una velocidad vertiginosa, que todo es inmediato, y para sentarte a leer necesitas poner algo en suspenso, agarrar el librito y quedarte ahí (…). A mí me parece fascinante esta escena que se da cada vez menos y por eso tiene cada vez más peso: cuando vas en el bondi o el subte, que estamos todos mirando el teléfono, y de repente hay alguien leyendo”.