Marcelo Figueras habló de su novela “Aquarium” que transcurre en Israel y que -al tiempo que narra un romance entre un psicólogo argentino y una artista israelí-, reflexiona sobre las condiciones de vida en esa zona, caracterizada por el permanente conflicto con Palestina.
En diálogo con “El Frasco”, por Radio Provincia, el escritor explicó que la historia surgió a partir de haber hallado un dato real. En ese sentido, dijo que “a fines del siglo pasado descubrí una historia que me llamó la atención: la historia de un avión privado inglés que poco después de la II Guerra Mundial se estrelló en Mendoza. En ese avión, que piloteaba un veterano de la II Guerra, viajaban un correo del rey británico y un empresario palestino. Inventé una historia que justificara todo eso”.
Para escribir la historia, Figueras estuvo en Israel. En la entrevista recordó el nexo con una periodista que permitió el viaje porque, a su vez, fue corresponsal de guerra para una revista española ya que “se había desatado la segunda intifada”.
“Las cosas que vi y nos pasaron a mí y a un fotógrafo catalán que me acompañó, fueron tan increíblemente delirantes e intensas que terminé escribiendo una novela que recogía todas las cosas” que había experimentado, señaló.
También mencionó que años después de haber escrito la novela, volvió al lugar de los hechos: “ya no había intifada pero estaban todos los muros que dividen a Palestina que en el año 2000, cuando yo fui, no estaban”.
Figueras destacó que “el paredón está diseñado con mucha malicia, para tornar casi imposible la vida cotidiana en Palestina, serpentea entre poblaciones enteras: de repente tu laburo o el colegio de tus hijos queda del otro lado del paredón. Está diseñado para que pases dos o tres veces por día por los militares israelíes, para humillar”.
Seguido, significó que “la locura de esto es que vos te encontrás con una tierra tan maravillosa, bella objetivamente, tan rica en lo cultural, con siglos y siglos apilados ahí. En la novela hay secuencias que transcurren en un lugar que está en medio de la ciudad vieja de Jerusalén”.
Precisó al respecto que “en el medio de una calle te encontrás con una escalera de metal y subís a los techos de la ciudad vieja, es como que estás caminando por los techos de las casas. Apenas subís, lo que ves delante de tus narices es una escuela religiosa judía, pero por detrás, la cúpula dorada magnífica de la mezquita y luego la cúpula de la iglesia del Monte de los Olivos. Conviven allí las tres religiones monoteístas en un mismo cuadro”.
En ese escenario, “uno se pregunta por qué no pueden vivir en paz” y agregó que si bien “el precio mayor lo pagan los palestinos porque son ciudadanos de cuarto orden, creo que los ciudadanos israelíes tampoco la pasan bien, también pagan un precio psicológico por esa situación”.
Figueras sostuvo que es evidente que “falta algún cambio” para que la situación en esa región del mundo se distinta, pero aseguró: “convivir es posible”. De hecho, “deberíamos ser todos iguales por debajo de las etnias y de las culturas”, remarcó.