Es de destacar que las posibles reacciones ante diferentes estímulos que puede tener un perro difiere de su comportamiento natural. Para ello es necesario identificar y diagnosticar conductas no deseadas y así lograr un bienestar animal.
Al respecto, Alejandro Kovalivker mencionó que es necesario “conocer de dónde viene el individuo” que adoptamos y que “lo más importante” más allá de “la raza, es ver quienes son los padres, la madre, como han sido criados, el carácter y la salud de la madre, para ver el comportamiento de ese cachorro”.
Consideró que no debe condenarse “al perro a tener cierto temperamento o conductas” sino que “cuanto más sabemos de su origen o cómo está criado, podemos anticipar cómo se va a comportar en el futuro”, aunque aseveró que “todo lo que no sabemos lo vamos a poder modificar con educación”.
El especialista destacó que “es muy importante cómo se socialice el perro” además de “la genética, la educación” y tener al canino en “en un lugar que no le genere estrés”.
Por su parte, explicó que “los perros adoptados durante el confinamiento, han estado dentro de la casa sin contacto con el exterior o con otros perros”. Esto conlleva, según explicó, a que los animales “no estén acostumbrados a que los visiten otros tutores”.
Por este motivo, recomendó “enseñarles a ser independientes sobretodo desde las tres semanas a los tres meses” para que “estén en contacto con todo lo que van a ver en su vida” de este modo, tanto el aprendizaje, como la aplicación de técnicas, permitirá la modificación de las conductas no deseadas.