La investigadora del Conicet y autora del libro “La era de la juventud en la Argentina” recorrió la historia de la juventud desde el peronismo en adelante. En ese sentido “el peronismo histórico tiene un componente juvenilista muy fuerte. Hay un dato curioso: Perón le dedicaba un mensaje a un sujeto colectivo cada 1ro de mayo y en el 55 se lo dedica a la juventud. Planteando que había un sujeto que cargaba sobre sus espaldas continuar con la revolución peronista”. Más adelante en la década del 60, la juventud argentina es parte de una revuelta global: “A partir del golpe del 66 hay un dramático cercenamiento de los espacios de participación de la juventud. Pasan a la ilegalidad los centros de estudiantes y las ramas juveniles de los partidos. Cambian mucho las formas de socialización de toda una generación. Había una sensación de sentirse parte de un cambio político global, con el 68 y 69 como momento de declinación política en otros países de movimientos que vienen de más larga data. El mayo argentino del 69 es parte de esa revuelta global. La novedad en Argentina es que no se cierra un ciclo, sino que se abre un ciclo de politización intenso donde la juventud era llamada a participar y en nuestro caso es el peronismo el que más se beneficia, pero todo el espectro atrae a una nueva masa de militantes, incluso el PC, que había perdido muchos militantes antes”.
Paralelamente la juventud también tenía fuerte expresión en el rock, donde “la cultura rockera era muy respetada, sobre todo por el peronismo, porque era un fenómeno masivo”. Sobre la sexualidad, recordó que “la década del 60 es larga, con momentos diferenciados. Al principio hay mandatos de la moral sexual que estaban estables, como el sexo pre matrimonial, que era una gran batalla, con el tabú de la virginidad femenina que se va erosionando, con una revolución sexual discreta”. “En los 70 buena parte de la militancia no se separa mayormente de la moral sexual de las clases medias urbanas. La idea de monogamia serial, con sexualidades disidentes que no estaban permitidos, ni bien vistos ni permitidos. No eran más puritanos que la sociedad en general, los códigos eran similares. Una diferencia marcada era hasta donde la intimidad no se volvía pública, porque los grupos que proclamaban la revolución y pasaban a la clandestinidad, hacia adentro se hacía pública su vida sexual”. En Historia Nocturna, Sergio Wishñevsky señala que “cuenta la anécdota que Spinetta en una reunión de la juventud peronista saca un porro, lo fuma y lo echan”. Valeria confirma que “había una limitación muy importante del consumo de sustancias. Por un lado por cuestiones de seguridad, desde lo subjetivo, la no intoxicación, en un momento de muchísima intensificación del monitoreo de las drogas de parte del gobierno. Lanusse permite que se abra una oficina de la DEA en Argentina, hay muchísima presencia de las fuerzas de seguridad y en el 74 se establece la primera ley de drogas, también llamada la ley de López Rega, en la cual se incluyó una cantidad de sustancias y artículo 6 es el clave porque plantea que la persona que tuviera sustancias aún para consumo personal podría pasar hasta 2 años en prisión o tratamiento obligatorio de rehabilitación. Esa ley afecta la sociabilidad de toda la generación, pero ni siquiera las militancias se alarmaron por esa ley”.