Delfina Oliver es una destacada cantante surgida de la pujante y creativa escena del jazz argentino, basada en la ciudad de Buenos Aires, con gran actividad en Tokio, Japón. Su música se caracteriza por imprimirle un sonido contemporáneo a los standards clásicos de jazz, siempre rodeada de los más destacados músicos de la escena.
Ha editado cuatro discos solistas: “Mirada” (2005) “Camino” (2010) y "Buenos Aires Bebop" (2015), grabados en Buenos Aires con destacadas críticas, y el 10 de julio 2020 lanzó su cuarto álbum, “Tokyo Sessions” grabado en Japón, en plena cuarentena con un concierto por streming y redes sociales, encontrándose en las principales plataformas musicales.
En 2012 fue convocada para actuar como cantante residente en el célebre club de jazz “New York Bar” de Tokio, Japón, que se hiciera famoso en la película “Perdidos en Tokio” (Lost in Translation), adonde se presentó durante cuatro meses con gran éxito de público, lo que llevó a que en 2013 fuera invitada por el “Maduro Jazz Bar" de esa misma ciudad durante cuatro meses, ciclo que repitió en 2015, 2018 y 2019.
En diálogo con “El Frasco”, por Radio Provincia, dijo que “tenía un lindísimo contrato, en un club de jazz de Tokio” y de no haber sido por la pandemia, “tendría que haber estado cantado desde enero a mayo, pero estoy varada y Japón está bastante complicado también”, en materia sanitaria.
Seguido, destacó a la sociedad japonesa, a la que calificó como “una sociedad altísimamente evolucionada, es tremendo el cuidado y el respeto por el otro, a nadie se le ocurre robarse una flor del parque (…) por eso no comprendo cómo se colgaron con las vacunas, sobre todo teniendo los juegos olímpicos cerca”.
Oliver agregó que “es un país que tiene muchos inconvenientes climáticos como tsunamis, incendios y terremotos y por eso es un pueblo que sabe que si no trabaja en equipos se los come el mar”.
Sobre cómo llegó a Japón, reveló que “unas personas que estaban allá me fueron a ver cantar en Buenos Aires y, a los pocos meses, me llegó un contrato de allá. Llegué sin saber qué me esperaba, fui con mi marido y nos encontramos con que era el club de jazz de la película Perdidos en Tokio”.
La artista consignó que “en todo el planeta, donde hay jazz es algo de nicho, pero en Tokio y otras ciudades importantes de Japón, está en todas partes. Escuchan jazz por todos lados, lo cual es increíble porque muchos murieron por bombas de los americanos”.
Sobre los japoneses, indicó: “son muy melómanos y tienen mucho criterio musical, la gente que se destaca en su país triunfa allá, es increíble el mercado que hay”.