El 14 de marzo de 1978 sesenta agentes penitenciarios ingresaron al pabellón séptimo de la Unidad Penitenciaria N°2 de Villa Devoto. Estaban enojados porque la noche anterior un preso no quiso apagar la tele hasta terminar una película. Esa fue la excusa para castigar a los reclusos.
El Tribunal Oral Federal 5 de CABA condenó a Juan Carlos Ruiz, ex director del penal y Horacio Martín Galíndez, jefe de seguridad interna, a 25 años de prisión por los tormentos a 88 detenidos comunes y tormentos seguidos de muerte de otros 65, mientras que el tercer imputado, Gregorio Zerda, fue absuelto.
En contacto con “Pase lo que Pase”, por Radio Provincia, Claudia Cesaroni, abogada querellante en la causa dijo que le quedó “un sabor agridulce tras el fallo porque esperábamos que declararan que fueron delitos de lesa humanidad”. “Esto puede tener alguna incidencia en la continuidad de la investigación” -aclaró.
No obstante, aseguró estar contentos por la sentencia “al igual que los sobrevivientes, los familiares y las ex presas políticas que padecieron a Ruiz y Galíndez que les decía ‘de acá van a salir muertas o locas’”.
“Estamos orgullosas del trabajo que hicimos -expresó- y sobre todo porque esta causa estaba muerta. Además, lo sentimos como un homenaje a Elías” en alusión a Elías Neuman, autor del libro “Crónica de una muerte silenciada” que fue el que abrió el camino.
Luego la abogada recordó el hecho que generó la masacre. “Fue una pavada, una tontería, un hecho que el Servicio Penitenciario en vez de dejar pasar lo aumentó a niveles de tragedia” -sostuvo y relató: “estaban mirando una película, vino un celador, les exigió apagar la tele, los presos se negaron, el penitenciario elevó un informe y a la mañana llegó la requisa de manera brutal, se defendieron y así terminó”.