Leo Sakanashi es uno de los referentes en la Argentina del Aikido: un arte marcial ancestral de origen japonés que se remonta a 800 años de antigüedad.
“Aikido es el camino para unir nuestra energía”, dijo en diálogo con “El Frasco”, al describir la práctica que se originó hacia la mitad del siglo XX y que fue reformulada y difundida por el Gran Maestro UESHIBA Morihei con distintas denominaciones, correspondientes a diferentes épocas de su vida, siendo AIKIDO la más reconocida mundialmente.
En este arte marcial, más que oponer una lucha inútil a la fuerza de un ataque, uno de los principios fundamentales es utilizar la energía del agresor para controlarlo sin fuerza y sin causar daños innecesarios. Esto se consigue a través de una serie de movimientos circulares y fluidos, combinados con algunos pocos más rectos y lineales.
Su filosofía se basa en “querer mejorar como persona y ayudar al otro a mejorar en su técnica y su calidad de vida, más que un arte marcial individual es grupal”, indicó Sakanashi.
Seguido, afirmó que “todo el tiempo utilizamos el Aikido, no físicamente, sino en distintas situaciones. Con casi un año y medio de pandemia, la gente se enoja por todo, tiene poca tolerancia y el Aikido viene a parar esa pelota, ponerse en el lugar del otro y pensar que puede estar cansado o angustiado”.
Precisó que “los cinturones se obtienen a través de examen que evalúan qué técnicas sabe el alumno, pero no es una lucha, tiene que demostrar destreza, conocimiento y habilidad” y que “aprendemos de los movimientos, desplazamientos, caídas y cortes del otro”.
No hay límite de edad ni condiciones para practicar Aikido: “uno tiene que tener ganas, no hay limitación alguna, hay personas que tienen discapacidades y lo hacen a la par que cualquier otra y eso es excelente”, señaló el entrevistado.