En Historia Nocturna, Ana María Presta, profesora de Historia de América I en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y seminarista de Historia Colonial Andina reflexionó sobre los últimos dicho del presidente de la nación, Alberto Fernández y señaló: “esperemos que esto contribuya a que los argentinos nos empecemos a ver como lo que realmente somos: una nación con múltiples identidades donde hay hermanos ciudadanos que pugnan por obtener un lugar, que nuestra constitución contempla pero que no es cumplida”.
La historiadora aseguró que Argentina “no es sólo el Río de la Plata desde el cual bajaron inmigrantes desde 1870 en adelante”; señaló: “yo no quiero seguir viendo esta antinomia: puerto vs interior porque eso soterra las identidades que existen entre nosotros” y reiteró: “Hay una necesidad de que nos veamos como somos”.
En ese marco, recordó que “el mejor consejo” que le dieron sus profesores cuando decidió dedicarse a “a la Historia Colonial, fue estudiar la historia de España, porque para entender lo que pasa hay que buscar cuáles son las raíces, no solo ideológicas y culturales, sino actuales que tiene que ver con las mismas discriminaciones pero fundadas en otras variables”.
Entonces, señaló que el proceso de feudalización de España, se da tardíamente por la fuerte influencia que tuvieron los árabes y remarcó que allí también se puede ver que “el racismo” en la sociedad española es “de larga data”.
Presta explicó: “Yo no sé si llamaría racismo a la imposición de las alteridades de los colonizadores en América Latina. Pero sí diría que nos forjaron en una sociedad racializada fundada en la catolicidad. Es decir, en una sociedad con una religión única que marcaba una serie de variables que había que cumplimentar y donde la cultura, se transmitía por la sangre".
"Esa es la creencia durante los siglos XIV, XV y XVI. Por eso la creencia de la buena y mala leche. El mestizo era mala leche, porque no era puro” aclaró.
La historiadora relató que “a partir de que los reyes católicos intentan unificar su reino con una sola religión, surge lo que se llamó la limpieza de sangre. Aparecen estatutos, y para estudiar en colegios mayores o en universidades o incluso para entrar al funcionariado, aun menor, era necesario ser puro. Debían demostrar que su linaje no estaba contaminado ni con sangre mora, ni judía”.
Sin embargo, la investigadora explicó que en las Américas también se da una especie de “ficción genealógica donde todos se inventan un pasado familiar” porque “los conquistadores no pertenecían a la nobleza de España, si bien se podrían encontrar, también, algunos hidalgos. Es decir que, cuando los españoles vienen a América vienen acompañados de moros, moriscos y de esclavas blancas que la mayorías son o sus amantes o sus sirvientas. ”
Por ello, aseguró que “la cuestión del mestizaje no es una cuestión tan sencilla. No es solamente el vinculo entre una mujer indígena forzada por un español o mujeres que se ofrecen de parte de las elites incaicas para lograr el beneplácito de los conquistadores. Hay múltiples facetas”.
Finalmente, destacó que el mestizaje, también puede “licuarse” a partir de la crianza. Es decir, “las mujeres mestizas criadas en el hogar paterno tenían un estatus diferentes a las criadas junto a su madre india. Pues, “se licua esa sangre mestiza con la aprehensión de otra cultura, otra lengua y otra religión. En este caso, lo que no se obtiene por sangre se aprende en la convivencia.”
“De hecho, la mayoría de las elites coloniales por estos lugares, nacen mestizas porque muchos miembros de la elite se casan con las hijas mestizas de los conquistadores. Pues, el prestigio que daba la sangre y el honor del padre; sumando a que habían sido criadas en el hogar paterno licuaba ese mestizaje y por consecuencia vienen a ser candidatas de primer orden en un mercado matrimonial que tiene serios problemas de presentar mujeres viables para casarse con estos señores” concluyó.