En diálogo con Hijos de 30 Mil, la investigadora, politóloga y escritora Mariana Eva Pérez, contó que el Taller Internacional sobre Infancia y Violencia "es un taller que organizamos con mi colega Ulrike Capdepón. Estamos haciendo juntas también una beca, aunque por la pandemia, mi compañera nunca pudo llegar a Argentina y quedó en Alemania, qué es dónde vive. Realizamos este taller en el marco de la investigación que estamos haciendo juntas. En principio iba a ser un taller cerrado para compartir trabajos en distintos estados, pero nos superó absolutamente la cantidad de inscriptos. Nunca me hubiera imaginado algo así. Me parece que eso está marcando algo, que está indicando algo".
"Vengo trabajando en un cambio de perspectiva de focalizar más en lo que nos ocurrió a nosotros mismos en esas escenas que somos convocados a contar en los juicios, pero como testigos. Pero nosotros estamos ahí también, a nosotros también nos pasaron estas cosas. Tampoco es una originalidad mía, sino que tiene que ver con un trabajo en colectivo que comenzó hace unos 10 años con un grupo de ex-HIJOS de Capital. Nos juntamos y empezamos a pensar otras cosas y me partí la cabeza porque yo misma nunca había podido verme, por ejemplo, como secuestrada junto con mis padres. Yo no contaba la historia así, yo decía a mis papás se los llevaron y a mí me dejaron, pero para dejarme con otra parte de la familia primero me llevaron, por supuesto. Por ejemplo hay situaciones que a mí se me van iluminando ahora que puedo prestar un poco más de atención a este tema. Los chicos que estando sus papás detenidos desaparecidos, de pronto, recibían la visita de los papás que los sacaban de los campos a visitar a las familia como forma también de presión y amenaza. Esa situación sobre los niños no está estudiada", remarcó.
En cuanto a la participación como testigos, Mariana Eva señaló que "hay que ir a testimoniar y tenemos que hablar de nuestros padres y va a haber alguna forma de justicia por lo que les pasó a ellos y a nosotros no. A mí me pasó en el 2016, cuando fuimos a juicio oral por la causa sobre la desaparición de mis padres en la R.I.B.A. -Regional de Inteligencia Buenos Aires de la Fuerza Aérea-, que mi secuestro no fue contemplado ahí. Yo tengo unas horas de mi vida ahí dónde no sé qué pasó, dónde estuve, en qué circunstancias. Estuve privada de mi libertad, pero no sé si estuve con mi mamá o con mi papá, no sé qué pasó conmigo. Todo eso de ninguna manera se tuvo en cuenta en el juicio, yo no era víctima en ese juicio. Después el Ejecutivo sí reconoce esa situación otorgando una pensión, por ejemplo. Entonces quedamos, de vuelta, en un lugar como paradójico. Si no está el reconocimiento que implica la instancia de la justicia, quedamos en un lugar como flotando".
Respecto al difícil abordaje de los niños y las niñas como víctimas del terrorismo de Estado, la investigadora aclaró que "son situaciones demasiado dolorosas, demasiado terribles, nadie quiere pensar en estas cosas y hay como una negación social en torno a que todas las mismas situaciones que pasaron los adultos y que nos parecen tan atroces, también las pasamos los niños. Todas esas situaciones de prisión, torturas y abusos sexuales, todo lo que uno se puede imaginar de ese infierno que son los campos de concentración, todas esas cosas también fueron sobre los niños. Me hubiera sido imposible llegar a estas ideas sin trabajos que son del ámbito de la cultura. Películas, libros, teatro, que van abriendo sentidos, que van mostrando caminos, cosas que a uno no se les había ocurrido".
"El arte nos está mostrando permanentemente nuevos temas, nuevas figuras que no hemos tenido en cuenta. En el año en que yo escribí 'El diario de la princesa Montonera' fue justamente el año que estábamos con el colectivo de HIJOS, que es el grupo con que empezamos a pensarnos como huérfanos, como guachos. Me parece que lo más lindo que tiene este laburo de memoria en Argentina es esta dimensión colectiva tan fuerte", concluyó.
Por último, y en referencia a la reedición de su libro, la escritora comentó: "ahora me gusta pensar que ese libro, ese personaje y esa voz de la princesa montonera está cerrado, pero no descarto lo que pueda dar el futuro. Cuando volví de Alemania le propuse a la editorial hacer como una segunda parte que fuera la vuelta y el juicio más que nada, pero simplemente porque me volvieron a dar ganas de escribir. Los de la editorial me propusieron que no dejara de lado la parte de la experiencia en Alemania, de la vida allá, del mundo de la academia, de la maternidad, y que tratará de incluirla y fue así como se agregó una segunda y una tercera parte. Ese libro tiene que ver con un personaje que surgió de la mano de un lenguaje, que es la princesa montonera. No sé si voy a volver a transitar eso, no tengo idea, pero sí me da para dejar abierto la cuestión de la siguiente generación. Eso sí me parecía importante, dejarlo abierto e insinuado, que esto sigue actuando".