En el libro “Cocina, Cuisine y Arte”, la semióloga Carina Perticone analiza la manera en que se “construye socialmente el gusto”.
La investigación –editada por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN)– combina rigor académico con una escritura amena, al alcance de cualquiera que tenga interés en complejizar el universo de los alimentos, su preparación y su instalación social.
En diálogo con “El Frasco” se refirió al legado de Susana Torres de Castex, una mujer de la elite porteña que, con el seudónimo de Teófina Benavente, escribió un libro de cocina en 1888. Sobre ella, consignó que “era la señora de un estanciero muy importante, la hija del armador del Partido Autonomista Nacional y una dama muy conocida de la sociedad porteña”.
Describió que en esa época, “hacía 8 años que se había federalizado la Ciudad de Buenos Aires y todavía era un proyecto de Nación, estaban mareados los porteños por la cantidad de inmigrantes que en un momento superaron el 50%”.
Perticone afirmó que “había una tendencia del rescate de lo criollo para producir una unidad cultural en el territorio y esas mismas elites, consumen todo lo francés que no habían podido consumir antes”.
También explicó que “había una cocina expuesta a la mirada del otro, la del restaurante, del banquete, del gran festejo, hay que pensar que Susana luego empieza a salir en las revistas y también los festejos en su casa”.
La investigadora reveló que, por ejemplo, “Susana pone, en la receta de locro, que es especialmente para comer en el campo, pero cuando iba algún personaje importante, ella le hacía una comida criolla para que conociera la cultura de acá”.