El escritor Ricardo Romero se refirió a su nueva novela Big Rip. Se trata de una ficción de 800 páginas que presenta como una caja china, con una historia dentro de otra. El autor de la obra adelantó que la novela no tiene un final y que la dejó de escribir cuando lo sintió.
En declaraciones a Radio Provincia, sostuvo que “Big Rip sería como el gran desgarro”. Reveló que el tema “apareció sobre el final de la novela” y le permitió redondear lo que venía pensando. En ese sentido, indicó que “más que el fin del universo, me preocupaba pensar en el fin de un tipo de sensibilidad, de una manera de entender la realidad y de ver cómo nos relacionamos con nuestra propia historia. Siempre pienso que es un apocalipsis íntimo antes que social, más allá de que se desencadenan cuestiones sociales”.
Romero manifestó que la pandemia no tuvo que ver con la composición de su ficción porque la envió a imprenta en febrero del año pasado. De todos modos, aclaró que “sentí que la pandemia exacerbaba ciertas sensaciones que había tenido a medida que escribía, en relación a la cierta crisis de un tipo de sensibilidad que tiene que ver con lo lineal y cómo nuestras vidas se fracturan y nos acostumbramos a ser porosos y empieza a ser nuestra manera de relacionarnos con lo que nos rodea”.
En tanto, sostuvo que “no pensaba en el fin del mundo” ya que “por las dimensiones del universo, toda la humanidad puede estar habitando el fin del mundo y no nos damos cuenta porque nuestra relación con el tiempo es minúscula”. Asimismo, agregó que “nosotros armamos relatos continuos de nuestras vidas y eso nos mantiene estables y nos permite decir quiénes somos y dónde estamos, pero cuando lo exploramos un poco más eso se fragmenta porque hay tantas cosas ocurriendo en un mismo segundo. El tiempo se fractura constantemente, a través de la lógica de la entropía”.
Respecto a la extensión y el modo de afrontar la escritura de Big Rig, señaló que “sabía y quería que fuera una novela larga. Fueron cuatro años muy intensos de escrituras. Creo que se establecen rutinas y costumbres con cada texto. Cada uno trae su propia lógica y es lo que uno tiene que aprender a relacionarte”. También apuntó que “cada novela te pide otra relación con el tiempo, con los materiales, con las obsesiones. En este caso fue muy intenso. Siempre escribí a la mañana pero con esta novela me encontré escribiendo de madrugada, a la tarde e incluso escuché mucha música. Fui descubriendo lo que la novela pedía”.