La periodista, escritora y locutora, Graciela Guiñazú, repasó la vida y la obra de Roberto Sánchez, popularmente conocido como “Sandro”. Autora del libro Sandro de América, afirmó que se trata de “una persona que no paraba nunca, que era creíble, que se entregaba, que no se guardó nada como artista (sí como hombre) y que además tiene un público fiel que es muy difícil de encontrar”.
Por Radio Provincia, sostuvo que fue un cantante que “coqueteó en muchos aspectos” y que “tenía un poder de seducción tan grande que no existe una palabra para definir su fenómeno en todos los géneros que se atrevió a indagar, probar e imponer”.
Sandro nació en 1945, en la maternidad Sardá, de la Ciudad de Buenos Aires. Fue el único hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, ambos de origen español. Vivían en Valentín Alsina (partido de Lanús), donde transcurrió su infancia y adolescencia. Con el tiempo, se compró una mansión ubicada en la zona residencial de Banfield, ciudad cercana a su lugar de origen, en la que habitó hasta su fallecimiento, que ocurrió en el 2010, en Mendoza.
Guiñazú dijo que Sandro “nunca dejó de ser ese pibe de Alsina” y en ese sentido destacó que dos de las canciones que más lo conmovían eran Amor en Buenos Aires y Ese pibe de Alsina, las cuales hacen referencia a sus orígenes. “Vivió en una casa común que estaba dividida en habitaciones. En esa habitación de 2x2 compartía todo y sus sueños de artista empezaron allí: comenzó con sus dibujos, maquetas, covers”, detalló. Además, recordó que “él contaba que, cuando tenía 31 años, se sentó en una escalerita de acceso a su casa de Banfield y se preguntó, ¿y esto era todo? y conectó con su barrio Valentín Alsina”. Sin embargo aclaró que “Banfield también era su lugar en el mundo. En esos dos lugares pudo despojarse del fenómeno Sandro que lo agobiaba, reconociendo sus raíces y honrándolas”.
La periodista señaló que lo conoció cuando trabajaba en Crónica, mientras hacía guardia para gráfica en Banfield en 1996. Debieron pasar dos años para que Guiñazú fuera a verlo a un show en vivo. “Quedé con la boca abierta ya que, hasta ese momento, no lo escuchaba”, retrató.
Seguidamente, indicó que Sandro era un cantante “muy histriónico, siempre se entregaba” y describió que también hizo televisión con Querido Sandro, un programa que fue un megashow en el 90: “Él era el anfitrión, te recibía y pudo compartió escenario con artistas de todo tipo en la TV”.
“Él tenía mucha sabiduría” y si bien “le molestaba que lo tomaran de grasa” sabía que iba a trascender ese mote. “Hasta le quitaron el título de ser uno de los pioneros en hacer rock nacional”, cuestionó su biógrafa. Sin embargo, llegó el momento en el que “León Gieco, Charly García, Pedro Aznar, Papo, Porchetto le abrieron las puertas en los noventa” y “en el 98, cuando sale el disco de rock Tributo a Sandro se sintió reconfortado. Por otro lado, cuando comienza el fenómeno del Gran Rex en el 93 todos decían que escuchaban a Sandro”, cerró.