Según recordó "el caso es paradigmático. De las desapariciones en democracia, tiene la particularidad de la reaparición del cuerpo, haber encontrado los restos. El de Núñez tiene un caso mellizo, que es el de Miguel Bru".
Asimismo, indicó que "al principio, cuando se arma toda una estructura de encubrimiento del caso, el mismo Juez de la causa les aconsejaba si el cuerpo era escondido no iba a haber delito para condenar, casi siguiendo una lógica que venía de los años de plomo de la represión".
Por el hecho "fueron condenados los que se pudieron encontrar,a 31 años del hecho hay todavía un ex oficial de la Policía Pablo Martín Jerez está prófugo pese a que hubo recompensa. Esto deja para siempre la causa abierta, es algo pendiente que debe resolver la Justicia y quizás también el mundo de la política".
Según destacó Morosi, "Andrés tenía gran pasión por el fútbol, se había probado en las inferiores de Estudiantes de La Plata. Había ido a jugar un partido de fútbol la noche del 27 de septiembre, volvía en bicicleta, vivía en Villa Elvira con sus mamá. Tenía 32 años y se las arreglaba haciendo changas, arreglando televisores y electrodomésticos".
Es de destacar que "esa noche la Policía lo increpó en su casa por algún delito, lo esposaron y se lo llevaron, lo vieron dentro de la Brigada de Investigaciones el último lugar donde se lo ve con vida. Sufrió torturas, se lo denunciaba por una bicicleta, pero en la causa nunca apareció la denuncia. Usan todos los métodos de tortura picana, submarino, golpes y ante una descompensación muere"
Por último, explicó que luego de varias consultas "ante superiores, deciden cargar el cuerpo en un Ford Falcon donde lo llevan a un campo en General Belgrano. Lo prenden fuego. Los Policías queman el cuerpo, se emborrachan y se retiran del lugar pensando que el fuego hará su trabajo. Cinco años después uno de los Policías se arrepiente. Aparece un testimonio que dice dónde estaba el cuerpo".