Franco Vaccarini afirmó que “la escritura para chicos es el lugar donde me puso esta vocación y me entregué totalmente agradecido. Ese lugar implica que un chico se convierta en lector y tal vez algún día diga que el primer libro, el segundo o el tercero que leyó era de este pelado”. Autor de más de ochenta títulos, entre los que se destacan las novelas juveniles que abordan múltiples géneros, como realismo, fantástico, ciencia ficción, policial, recordó que “hace poco me escribió un chico que ahora es mayor y me dijo que después de escucharme en una charla en una escuela tomó el camino de la escritura. Esos pequeños premios tan importantes para mí justifican esta tarea”.
Al ser consultado sobre quién influyó para que se convierta en escritor, respondió que “quién sabe qué fue lo que plantó la primera semilla”, aunque destacó que proviene de una familia campesina de ocho hermanos y que en su casa había una pequeña biblioteca con libros de Dostoyevski, ovnis, historia. “Era una literatura popular que sin embargo bastó para que mi hermana mayor estudiara Letras, para que mi otra hermana que estudió psicología sea una lectora voraz y para que a mí me gustara la escritura”.
En declaraciones a Radio Provincia sostuvo que “en la revista de la escuela secundaria empecé a publicar mis primeros poemas y a los 18 años entrevisté a Jorge Luis Borges en su casa para la radio de Lincoln, justo antes de que me tocara hacer el servicio militar obligatorio. Ese año de 1982 le mandé una carta a mi hermana donde le decía que cuando terminara la colimba me iba a radicar en Buenos Aires para formarme como escritor. Esa es una prueba clara de esto que se puede llamar un oficio o una vocación. No había plan B”, resumió. Poco después Vaccarini efectivamente se radicó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde vive hasta el presente.
El autor de Los socios del club de pescadores, Efecto mutante y Club de máscaras, obras publicadas en el 2020 detalló que “me formé en los talleres, en las lecturas, en las revistas literarias”, aunque subrayó que la experiencia que “terminó de acomodarme la cabeza fue el taller con Hebe Uhart, con quien quedamos amigos. Ella me enseñó, más allá de la escritura, cómo relacionarme con esto de ser escritor y lo que significa. Me enseñó a desdramatizarlo y verlo como algo natural y tener cuidado con eso de la excesiva importancia que uno puede darse”.
Por otra parte, Vaccarini sostuvo que con sus libros busca “generar en los lectores lo mismo que me causó a mí la lectura de obras como 'La invención de Morel', de Adolfo Bioy Casares, o 'Estupor y temblores', de Amélie Nothomb. Me gustaría hipnotizar como esos autores y autoras hicieron conmigo. Me interesa el lector”. En ese sentido, dijo que “para escribir lo importante es sentarse a diario. Cuando uno se sienta, va a pasar algo. Hay días poco productivos y otros extraordinarios pero son todos diferentes. No me parece interesante que el artista espere la inspiración. Me interesa una vida de escritura y de lector”, cerró.