El economista Pablo Caramelo analizó la teoría del péndulo desarrollada en 1983 por el ingeniero polaco radicado en la Argentina, Marcelo Diamand. El empresario de la industria electrónica llegó al país en 1946 y se mostró sorprendido por la realidad económica nacional. En diálogo con FM 97UNE indicó que “Diamand se dio cuenta que el marco teórico predominante no se condecía con la realidad económica que la Argentina enfrentaba y empezó a desarrollar análisis en torno a dos modelos en pugna”, de los cuales “uno estaba ligado a la corriente popular y buscaba defender los intereses de esos estratos sociales más desfavorecidos y el otro a la corriente liberal y defendía los intereses del establishment”. Ambos modelos empiezan a alternarse en el poder.
Caramelo explicó que “la corriente popular empieza a traccionar la economía fomentando la demanda y la producción pero se encuentra con un cuello de botella que es la restricción externa. Es decir, le empieza a faltar dólares para aceitar el funcionamiento de la economía, para la comprar insumos productivos. Frente a esto, empieza a verse restringido su marco de acción y a plasmarse cierta crisis económica y social”. Sin lograr resolver ese problema, llega la corriente alternativa que “empieza a aplicar las políticas de corte ortodoxo, con ajuste fiscal y monetario, y la economía y su actividad productiva se empieza a contraer”. El economista recibido en la UBA señaló que “en primera instancia, esa contracción hace que se resuelva parcialmente el problema de la falta de dólares” debido a que ya no hay expansión de la economía y, por lo tanto, no hay necesidad de comprar insumos para la industria en desarrollo. Sin embargo, indicó que “ese proceso se empieza a contraer desde el entramado productivo y el entramado social, lo que da lugar a otra crisis que abre las puertas al retorno de la corriente popular al poder. Así vamos oscilando y el país no logra superar esa instancia de contradicciones”.
Caramelo enfatizó que “la corriente popular intenta mejorar las condiciones de vida de las mayorías incrementando salarios y derechos y plantando las bases para un desarrollo sustentable”, mientras que “la alternativa hace todo lo contrario y además nos endeuda para entregar los intereses nacionales al capital financiero internacional y termina condicionando las políticas sucesorias”.
A todo esto, planteó que el gobierno de Alberto Fernández busca desarrollar “una estructura productiva equilibrada”. Explicó que se trata de “un sector agropecuario que es muy competitivo a nivel internacional y un sector industrial de mayor contenido en términos de valor agregado y que brinda mejores puestos de trabajo pero es menos competitivo que el sector primario. El sector agroexportador es el que determina el tipo de cambio, que queda rezagado para el sector industrial”.
Según su visión, la solución debe partir del “fomento a la producción industrial basada en la ciencia, la tecnología y la educación, de modo que esa industria se vuelva día a día más competitiva y pueda proveer esos dólares que necesita para desarrollarse” y, en ese sentido, resaltó que “el sector popular es el único que tiene la capacidad para llevar adelante proceso”.