La escritora Perla Suez habló con Osvaldo Quiroga sobre su novela “Complot”.
El protagonista, Bruno Edels, escapó de Praga a comienzos del siglo XX. De familia judía, fue el único sobreviviente. Llegó a la Argentina, a Entre Ríos, y dejando atrás la tragedia, prosperó. Unas décadas después, en los treinta, es un hacendado floreciente, casado con una mujer hermosa, más joven que él. Es alguien socialmente relevante; tras tantas penurias, la fortuna parece estar de su lado.
Sin embargo, ese presente es ilusorio; la muerte lo tiene marcado. Su esposa lo engaña con Broker, su socio, un inglés para quienes las mujeres son algo para aprovechar, comerciar e incluso violar. Ese mismo inglés exporta ganado al Reino Unido, gracias al Pacto Roca – Runciman que han firmado ambos gobiernos. La carne, su explotación, está en el centro de esta novela, donde se cruzan de manera magistral las traiciones y pasiones de la vida privada, la corrupción de la política y los burdeles de las clases acomodadas.
Suez significó que “Complot cierra la Trilogía Entre Ríos, que para mi es fundamental, porque es la génesis de mis ancestros. Mis abuelos vinieron escapando de las hordas del zar Nicolás II de Rusia y se instalaron en Entre Ríos. Mi padre era médico y en el pueblo todos nos conocían, pero yo también conocía a toda la gente”.
“De niña pude ver a esos viejos recién llegados, hablando mal o poco el castellano, había rusos, alemanes. Me crié en un lugar pequeño, que es Basavilbaso, pero también era cosmopolita. Mis ojos vieron que necesité contar en la ficción”, afirmó la autora.
Agregó que “como estamos en un mundo tan fragmentado y desigual, el que cuenta la historia en Complot también es un personaje fragmentado que puede ver algunos aspectos de esta pequeña”.
Suez indicó que “la escritura es poner en tensión al lenguaje y sus sentidos y quería abordar lo que no me contaron, la otra historia, no la oficial. Abordé un poco de lo que escuché de niña, un poco porque la escritura me apasiona y me vincula mucho con ese mundo. La ficción no es recuerdo, tiene que trabajar la memoria desde el presente, que es respirando el siglo XXI y proyectándolo hacia el futuro”.
La escritura afirmó que “la aspiración del trabajo de contar historias tiene que ver con eso, es lo que me impulsa para conseguir otra posibilidad de esa que me contaron”.