En diálogo con “Es por ahí” dijo que el dato tiene que ver con “el índice de vulnerabilidad inquilina que creamos para sintetizar una serie de variables de una encuesta que hicimos en junio” y que da cuenta “del tipo de vivienda que alquilan, el nivel de hacinamiento y si tienen o no contrato por escrito”, entre otros aspectos.
En ese sentido, puntualizó que también analizaron “el nivel de ingresos, el porcentaje de ingresos destinado al alquiler, si están endeudades o no y otras variables que hacen a la situación de mayor o menor fragilidad que vive esa persona o familia en relación al acceso a la vivienda”.
Miguens indicó que los resultados se dividieron en “vulnerabilidad baja, media o alta” y agregó que “hay una serie de grupos de inquilines que están en una situación de especial fragilidad, que viven en peores condiciones, tienen mayor riesgo de ser desalojades o que cuando pagan el alquiler le queda menos margen para los gastos cotidianos”.
Esos grupos de especial fragilidad están conformados por “jóvenes, hogares sostenidos por mujeres, por migrantes recientes, los que están integrados por personas que requieren cuidados, sea niñes o adultos mayores y los que alquilan en asentamientos”, precisó la entrevistada.
En tanto, Miguens manifestó que “las personas que alquilan en villas o asentamientos no tienen la posibilidad de alquilar en un marco de formalidad, tienen más dificultades de reunir los requisitos que pide el mercado inmobiliario (…) que es muy excluyente”.