El académico agregó “trato de pensar desde el registro histórico abstrayendo del resultado político; la estrategia fracasó rotundamente y Montoneros se terminó descomponiendo”.
Luego aportó que “en la cultura militante de los 70 existía el convencimiento final del triunfo. Eso era algo que estaba fuera de duda, y quienes tenían dudas de ese triunfo se terminaban alejando de la organización. Estaba todo dentro de la lógica de la propaganda armada, que era que cuanto más impacto ocasionara el hecho militar, mejor era para la lucha política en contra del régimen, lo que es algo incontrastable en algún punto”.
Confino expuso que en la época en que se planteó la contra ofensiva las ideas revolucionarias a través de las armas no tenían el mismo arraigo que en años anteriores al golpe genocida de 1976.
“Si uno mira con la literatura especializada en movimientos de derechos humanos o sobre la última dictadura, ya no había demasiado lugar para propuestas político militares como la de Montoneros, independientemente de cuán efectivos fueran sus atentados”.
Otra de las cuestiones que sucede con Montoneros que es prenda de debate político en el presente, “es que muchas veces se la abordada desde la excepcionalidad, como si hubiese sido la única organización o Argentina el único país que hubiera tenido movimientos guerrilleros de ese tipo. Fue una época alentada por horizontes revolucionarios”.
Finalmente, concluyó que “el repertorio de oposición de Montoneros se va desarrollando en relación con el contexto: una cosa era la época en que Sui Generis cantaba Bienvenidos al Tren con las mayores movilizaciones, y otra distinta cuando la oposición decide oponerse por las armas y el estado disponía de un aparato de represión paraestatal”, como sucediera primero con la Triple A bajo el gobierno de Isabel Perón y luego con el genocidio instaurado en 1976 por las fuerzas armadas”.