La escritora y licenciada en psicología Mariana Travacio se refirió a la reedición de su libro Como si existiese el perdón por parte de Tusquets Editores y aseguró que “cuando escribís no sabés qué viaje va a hacer cada texto, ya que no se va a completar nunca sin la mirada de un lector”. Es decir, la lectura y la interpretación de los textos depende de cada lector, subrayó.
Por Radio Provincia, habló del momento de inspiración en el que surgió la necesidad de volcar sus pensamientos en la obra. “El primer capítulo lo escribí en mi país de crianza, en el nordeste de Brasil, una noche que volvía de una especie de kermese en un pueblo vecino. Me había detenido frente a un grupo de hombres que estaban en la calle y cantaban con unas voces súper potentes, sobrecogedoras y alegres”, detalló agregó que “se encontraban parados a la puerta de un templo de pisos de tierra donde estaban velando a alguien. En el centro de la habitación había un cajón y a mí me quedó esa imagen”. La también autora de Cenizas de Carnaval y Cotidiano explicó que “esa noche cuando volví a mi casa escribí el primer capítulo, donde relato un asesinato imprevisto”.
No obstante Travacio admitió que “a partir de ahí me pasé como dos años abriendo y cerrando ese archivo hasta que apareció la voz de un narrador en primera persona, Manuel, que es uno de los protagonistas de esa historia. Sin embargo, no podía seguir esa voz, me parecía rara y ajena. Después de dos años, una mañana lo abrí y tirando del hilo de esa voz se construyó esta historia que algunos la definen como una venganza y redención. Para mí fue descubrir un mundo nuevo de la mano de Manuel”.
Por otra parte, señaló que en todos los casos, cuando sus libros fueron editados, ya no los leyó más, y puntualizó que “además se van sumando las historias de los que los leyeron y se van construyendo otras historias, y ya no son solamente las tuyas”. Travacio manifestó que “escribimos de todo lo que nos compone. Todo aquello que vimos, vivimos y leíamos está en alguna parte. Incluso las carencias, de las cuales uno se termina sirviendo a la hora de escribir”.